ImageCuando uno echa la vista atrás y ve los antecedentes que existen en cuanto a acciones punibles con investigaciones cuyos resultados han llevado a incriminaciones demostradas, y ateniéndonos a las "penas" impuestas y los continuos perdones que se han venido dando en la gran mayoría de ellos, uno se echa a temblar al conocer la sentencia condenatoria que se ha impuesto al presidente de la falla Salamanca-Conde de Altea.
Y no es que esté en contra de esa sentencia, ni mucho menos, porque siempre he sido partidario de que quien la hace, que la pague. Lo que ocurre es que viendo los hechos encausados en este procedimiento, uno comienza a comparar con otros que pasaron por los mismos trámites y se fueron de rositas.
Cuando uno recuerda delitos consumados como la falsificación de votos, presuntas falsificaciones de firmas, recogidas de premios ofensivas o, por hablar de otras cuestiones, el affaire de los jurados..., no puede cuanto menos que sentirse mal. La justicia debe de ser contundente y justa, y la que se ha venido practicando en este colectivo ha tenido intermitencias en su contundencia.
Estarán ustedes conmigo que las circunstancias, al igual que la temperatura y los elementos existentes en una habitación, influye en lo que pase dentro.
Para empezar, si ponemos en una balanza la contundencia de la sentencia del incidente recién valorado y, por ejemplo, la de jurados de Fallera Mayor, obviamente el platillo de dicha balanza se inclina descaradamente hacia un lado. Porque no debemos de olvidar que la infracción del presidente de Salamanca-Conde de Altea ha sido incumplir una negativa emitida por JCF. Y todo ello sin entrar en las valoraciones que tras el informe de la Comisión de Recursos pueda resultar de la votación en la Asamblea de Presidentes.
Entrando en detalles del contencioso, me gustaría puntualizar o valorar el equívoco por la posible ambigüedad que se pueda producir en una conversación a dos bandas, lo que puede llevar a resultados, como en este caso, que luego hay que lamentar. No defendemos la ingenuidad de uno ni la buena fe del otro, pero sí consideramos que hay que tener muy claro que sólo hay que atenerse a lo escrito.
Del encausado no puedo decir muchas cosas, pero sí puedo hacerlo de Salamanca-Conde de Altea. Una falla solidaria, ahí su compromiso con la pasada Feria de la Primavera, impulsada por un presidente que ha luchado intensamente por hacer de su demarcación una zona fallera vivible. Un colectivo que apuesta por el monumento desde su modesta presupuestaria. Una falla que convocó al Controla Club en Fallas para que se realizara una acción de concienciación. Una falla, como tantísimas otras hay, que de verdad apuestan por la fiesta.
Lo que está claro es que se ha cometido una irregularidad y que la Delegación de Incidencias ha hecho su trabajo, que ha propuesto una sanción y que después de los correspondientes trámites se llega a una determinación que lleva consigo una sanción susceptible de recurso. Hasta ahí bien, pero lo que sí que se debe tener muy claro es el rasero con que se midan los hechos; si en este caso, al final de todo, al presidente le cae una sanción ejemplarizante, que sirva ésta para que el futuro se actúe con la misma intención y contundencia, y se empiece a olvidar las benevolencias y las justificaciones. Desde esta tribuna estén seguros que vamos a utilizar todo nuestro rigor para que, si ésta se consolida con la suspensión y después se vuelve a las andadas, a quien corresponda en ese caso tendríamos que colorearle la cara. Si quieren que esta ocasión sirva como chivo expiatorio, pues de acuerdo, pero, repito, a partir de aquí déjense de alzar voces benevolentes ni hayan veladas "amenazas" que llegan por parte de alguien desde grupos disidentes.

 

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