ImagePor algo Teodoro Llorente se mostraba pesimista respecto al futuro de la lengua valenciana y eso que Valencia ya había llegado a tener 25.000 habitantes más que Barcelona a finales del XIV. Lo que no podía saber es que antes de concluir el siglo XX se desdoblarían las fuerzas políticas de allá y las de izquierdas de aquí, para intentar cambiar la lengua llamada por el historiador Escolano "graciosa, cortesana, sentenciosa y dulce", tal vez la lengua que más frases lisonjeras haya recibido de poetas y escritores a lo largo de su historia.
El periodista, político, poeta, autor teatral y director de cine Maximiliano Thous Orts, asturiano él, recibió el encargo de poner letra a la música de José Serrano Simeón, valenciano de Sueca, para un himno pautado con motivo de la inauguración de la Exposición Regional de 1909, y así lo hizo.
Lo escribió en castellano, aunque años más tarde, ya como himno oficial de la Comunidad se tradujo al valenciano, con el que hoy lo interpretamos, y así las cosas las familias de los causantes han venido percibiendo los devengos de la Sociedad General de Autores de España (SGAE), durante casi setenta años.
En su día los intentos de la Generalitat Valenciana por adquirir los derechos de autor del texto y partitura a través del Instituto Valenciano de la Música resultaron infructuosos debido a las pretensiones millonarias de los herederos, habida cuenta que dichos emolumentos caducarán a los 80 años de fallecidos los creadores, es decir en 2021 los de Serrano y 2027 los de Thous.
Resulta que Abel Thous Bayarri, biznieto del letrista, se permitió, como se ha publicado recientemente, escribir sendas cartas al Ayuntamiento, Generalitat y SGAE, prohibiendo la interpretación de la obra en el acto multitudinario de la Alameda el pasado día 22 de mayo.
Es evidente que en un acto oficial están exentos los derechos de autor y con ello el pasar la mano por la pared de los interesados.
Naturalmente que los responsables hicieron caso omiso y el himno se interpretó y para más convulsión del firmante en sus dos versiones, la original en castellano y su posterior traducción en auténtico valenciano.
En su escrito el ínclito don Abel argumentaba que su "besavi" fue un luchador ferviente por la "normalització de la nostra llengua" y que no atenderían la invitación al acto por estar redactada en castellano, reservándose las posibles actuaciones legales en el caso de no ser atendidas sus exigencias.
Nadie se imagina a don Maximiliano allá por el 1900 enarbolando la pancarta de "paíssos cataláns" y menos siendo de Pravia (Asturias) su tierra natal, y si bien tuvo personal amistad con los Serrano, Llorente, Giner o Blasco y pese a su arraigo con nuestra cultura, ese invento no circulaba por aquellas décadas.
Lo cierto es que los falleros seguiremos pagando por inducción esos derechos hasta que prescriban.
Quiero dejar claro que en esto nada tienen que ver los familiares del maestro Serrano, ellos acudieron a los actos conmemorativos y están presentes todos los años al pie del monumento cuando las fallas le rinden homenaje al compositor.
Donaron la partitura original del himno el año 1958 para que se subastara en favor de los damnificados de la riada y su vinculación con la fiesta fallera ha sido constante, en particular con la comisión que lleva el nombre de su ilustre antecesor, de la que Isaura, su nieta, fue fallera muchos años.
"Per cert que les palmeres no sonen, lo que sona es la veu amada, l´estrofa porta una pausa".