altHablar de crisis económica no es nada nuevo, todo el mundo la conoce y, lo que es más duro, la sufre, y de ella no se han librado las fallas. Recientemente hemos vivido momentos de tensión debido a determinadas medidas que se pretenden tomar en vistas a que el año 2011 va a ser incluso más dura que la del presente 2010. La Federación de la Sección Especial ha hecho sus cuentas y ve que no les salen si continúan con el dispendio de años anteriores. Las vaca flacas han llegado y hay que apretarse el cinturón.
Polémicas a parte, que las ha habido y no por el fin sino por las formar, lo bien cierto es que hay que hacer frente a esta crisis de la forma que sea, las firmas comerciales colaboradoras han bajado, o suprimido, sus aportaciones y las fuentes de ingresos empiezan a escasear. Otra partida importante para las comisiones falleras han sido siempre las cuotas de los falleros, pero hete que en estos tiempos que corren, quien más quien menos se lo piensa a la hora de distribuir sus presupuestos familiares. "Dios es antes que los santos", y esa premisa es la que, con buen criterio, están utilizando un buen número de familias que prefieren apearse de la fiesta y dedicar ese dinero a primeras necesidades.
Una situación difícil, pero tampoco es definitiva, prueba de ello que la fiesta sigue y va a seguir, con limitaciones, pero seguirá. Que nadie piense que las fallas van a volver a los presupuestos de los años 80, nada de eso, pero que tampoco se piense que van a estar en la línea actual. Aunque, para los profanos, hemos de dejar claro que esto afecta fundamentalmente a las categorías superiores, lo que no quiere decir que las demás no tengan problemas, pero no en igual medida.
Cuando hablamos de bajada de presupuesto, lo que conlleva menos monumento, no menos calidad en ellos, nos referimos a que, por el momento, los presupuestos millonarios van a dejar de serlo por algún tiempo y se van a centrar en cantidades más prudentes, lo que conlleva fallas más pequeñas de tamaño, hasta que el túnel arroje algo de luz. Pero no deberíamos aplicar esto al pie de la letra, porque, que intuyamos, varias de ellas no sufren esa crisis tan aguda, lo que ocurre es que el sentido de la solidaridad ha hecho que, al menos, se piense un poco en los demás. Pero, lo que no debemos olvidar, es que esto es un concurso y que ello nos lleva a la competición, algo que el fallero no solo n o olvida, sino que alardea de haber conseguido con ese anhelado palito que lo sitúa en primera línea de fuego.
Y ahí está la cuestión, y ahí está el mal que nadie quiere sufrir, y cuando digo nadie, me refiero a esas cuatro o cinco comisiones que llevan una trayectoria de élite y que no es cuestión de dejarse pasar en esa cuenta fatídica que sitúa su curriculum entre los primeros.
Cuando se produjo la declaración de intenciones de bajar los presupuestos a 100.000 €, aquellos que conocemos de cerca la idiosincrasia fallera, nos produjo sorpresa, pero relativa, porque sabemos muy bien lo que se cuece dentro y fuera de esas comisiones de élite y, por mucho que se esfuercen en exteriorizar, nadie, va a ceder un ápice. Y sino, al tiempo.
Como he dicho, en unos años vamos a despedirnos de espectaculares monumentos, de presupuestos multimillonarios, pero, les aseguro, que el listón no va a temblar. Hasta podría venir bien a las fallas el que se haya cortado tan radicalmente, porque el desenfreno que estábamos viviendo no nos llevaba a ningún puerto, pero hay que reconocer que en estos últimos cinco años, la popularidad de nuestra fiesta ha subido muchos enteros a nivel internacional. Lo que también es cierto es que había que pararlo de alguna forma, porque, entre otras muchas cosas, el sentido de la competición no era el mismo. La desigualdad de presupuestos, en la medida que se daba, hacía prácticamente imposible que la rivalidad tuviera tintes normales.
Nunca fui partidario de organizaciones que pudieran llegar a monopolizar nada, por que ello lleva a excesos que no todos pueden soportar, es más fácil y llevaderas las abiertas que permitan entrar y salir sin tener que volver a sufragar cánones. Con esta medida, los excesos se minimizan y aquellas que no pudieran militar en esa sección especial por uno o dos ejercicios, podrían contar a su vuelta con los mismo beneficios que tuvieron anteriormente.
Ya se que estas organizaciones son privadas y con todos los derechos, pero no deberían olvidar que su base está en la falla, algo que pertenece al pueblo valenciano, que se rige por normas hechas por los falleros y algo que tiene tantos años de vida. Otra cuestión sería el que la actividad de esas organizaciones fueran iniciativa y propiedad de los que la organizaron. Y esto es sólo mi opinión, ojala fuera la de todos los falleros y en su día se hubieran puesto las medidas necesarias.