altA un fallero le gusta un tópico lo que no está en los escritos, y lo que está escrito, oiga, le gusta aún más. Pero ojo, que eso es un mal endémico de la atropellada entelequia social en la que vivimos; y sí, pienso que vivimos en una realidad social inventada porque hay cosas que no pueden ser normales, me niego a que eso sea así. Pero ya hablaremos otro día de filosofía.
Ahora quiero hablar de preselecciones, de candidatas y de tópicos. Y para la ocasión voy a recurrir a la amiga de Doña Adelaida -¿se acuerdan de la entrañable Doña Adelaida?- Pues mi amiga África siempre me dice en el mes de julio que “fíjate tú”, que “nunca salen en la final -la elección- las chicas que están casadas”, que eso “seguro que es una orden de los de la Junta Central”, que claro, “cómo van a atender a sus maridos siendo de la Corte”, que para eso “hay que tener la disponibilidad que tienen las solteras”, y que esto “es como todo, muy complicado”. Mi amiga África lo tiene claro, como todo el mundo. Es decir, nada claro. Y se deja llevar por los tópicos. Y en muchos casos por las tonterías.
Al final de la corrida y sin darnos cuenta, de tanto repetir las cosas acabamos haciendo proselitismo de este tema concreto, y eso no puede ser.
Para hacerlo breve lo voy a enunciar por fases. Primero. Me da igual si una candidata está casada o soltera; lo que van a representar es a Valencia y a las Fallas, no van a un concurso de ligoteo ni esto se llama “Falleros, falleras y viceversa”. El estado civil me importa un soberano bledo.
Segundo. ¿Atender sus obligaciones? Esto me recuerda un chiste. Hay que comprender que entre hacer las tostadas y el colacao a los nenes, trabajar, limpiar la casa, hacer la colada, tender la lavadora de color y la de ropa blanca, darle de comer al marido y atender a la “prole” la candidata no
tiene tiempo para ponerse la banda e ir a una inauguración de un casal. Teoría del Machismo, I Tomo. ¿Y digo yo que una chica soltera, señora de su casa, con su pareja estable o no, con hijos o no, abogada, cirujana, peluquera, actriz, cantante y con trabajo tendrá problemas parecidos. Y los solventa.
Segundo punto dos. Vale, quizá he pecado en exceso de demagogo, pero piénsenlo
ustedes y verán como es verdad.
Tercero. Si una candidata es válida, es válida. Y punto pelota. Los atavismos quiero dejarlos en las aldeas de montaña donde la luz eléctrica todavía no ha llegado. Me niego a pensar que si una candidata cumple los criterios de valoración de un jurado -que eso es harina de otro costal- sea rechazada por estar casada.
Cuarto. Hola Siglo XXI. ¿Hemos pensado que hoy en día la cosa ya no es como antes? Marido y mujer son dos términos que no definen en su totalidad las relaciones humanas. Vamos al supuesto B, los que viven en pareja. Lo mismito. Y salen. Y me queda el supuesto C y el D.
Quinto. Llevo bastante tiempo en esto y he hablado con muchos jurados y muchas candidatas casadas. Ellos afirman que si hubieran sido aptas -ellas- bajo su criterio hubieran seguido el camino hacia la máxima representación de la fiesta. Ellas, que tanto sus parejas como sus familias estaban dispuestos a arrimar el hombre y ayudar a conseguir el sueño que todas –o casi todas- las que se suben a los escenarios en el mes de julio persiguen: representar a la fiesta del fuego.
Por eso lo estoy deseando. Que se acabe ya este debate estéril y que salga por fin una candidata casada. Si lo merece, claro está. Si no, pues a casa, como tantas otras que lo intentaron. A ver si vamos finiquitando los tópicos falleros y cambiamos las mentalidades, que buena falta nos hace.