altEs que todo seguido no acierto a interpretarlo, como tampoco tiene un servidor la costumbre de encabezar los escritos con frases como “pues bien..., un año más... o con todos los respetos”, serán manías pero tampoco tiene por que no serlo el no utilizar nunca los ambiguos etc, etc, etc.
Despejados los tópicos dejaremos que cada cual emita sus licencias en la intimidad, así que empezaré de manera absurda para quien lo quiera entender.
“Manda huevos la cosa”, cada vez están apareciendo nuevas tarjetas de visita entre mis fragancias, con titulaciones escépticas y que confieso a menudo me hacen consultar más el diccionario.
No sé si llamarle plaga, epidemia o flagelo, aunque quiera decir lo mismo, pero ya mosquea por su reiteración.
Los “estudiosos, historiadores, investigadores, expertos” y demás reputados en Fallas, que se autotitulan por las garitas que les confieren sus colecciones, deberían ser cuestión de estudio definido y catalogarlos de acuerdo con sus credenciales universitarias o profesionales.
Son etiquetas que cualquiera puede arrogarse porque no son materia de delito falsario, pero -y ahora viene lo de “manda huevos la cosa”- menos que se presenten en círculos, convocatorias e incluso ruedas de prensa, ocupando sitial.
Miren, poeta sin papeles puede serlo cualquiera por el solo hecho de juntar dos estrofas aunque no rimen, autor, escritor, guionista o fotógrafo, cada cual puede ahijarse como quiera, acudir allá donde le inviten y medrar en su ego, otra cosa son pretender privilegios sin documentos que le justifiquen.
Los hemos visto en la Delegación de Medios de Comunicación de Junta Central Fallera exigiendo acreditaciones para actos oficiales “por ser quien soy” pero no de dónde vienen.
Cada uno, no todos, pueden ser objeto del respeto en aras de la educación que debe presidir el trato entre personas de curso legal, aunque tendrá que llegar la hora de poner a cada cual en su sitio.

Gasto y despilfarro
Todas las fiestas tienen un componente inevitable de gastos llegue el dinero de donde sea, unas con carácter reciclable como puedan ser las Semanas Santas, Vicentinas, Corpus y religiosas en general, las hay con un principio de inversión, lugar en el que podrían encuadrarse las Fallas, que cuando se queman ya están los artistas barriendo los talleres para empezar de nuevo, las familias tienen que salir a comprar a los mercados, los niños a los colegios y los contadores de las casas funcionando. Otras como las de Moros y Cristianos también hacen circular el efectivo entre talleres, pirotécnica, indumentaristas músicos y todos los accesorios que arrastran y así unas cuantas más.
En opinión de un servidor hay otras que no gozan de mis mejores beneplácitos, por cuanto entiendo que conllevan un contenido más cercano al despilfarro que al aprovechamiento de sus dispendios.
Repito que es un parecer, pero las merenguinas, tomatinas, enfarinades y todo lo que sea despilfarrar racimos de uvas, litros de vino, huevos y productos alimenticios, producen una sensación de irreverencia ante cualquier sociedad necesitada.