altTengo que hacerles una confesión. Y ustedes, todos falleros de bien, deben comprenderme y perdonarme, que aunque estén ambas prácticas en desuso, sobre todo en esto del fallerío, no quiere decir que no existan.
Confieso que soy bastante dado a perder cosas. Incluso el oremus. Algunas las perdí en su momento, y otras las pierdo todos los días, asuntos tanto tangibles como intangibles. La verdad es que pierdo las cosas que no son materiales, ya que las otras son sólo olvidos momentáneos. Menos con los paraguas. Eso daría para una tesis. O un sainete. Pero no es el tema del que quiero hablar este mes.
Llegué de vacaciones con una relajación tremenda, pero como el que no quiere la cosa de repente me vino una exaltación tremebunda en las glándulas bucofaríngeas. Me vi en cuestión de segundos dándole a la “muy” sobre esto y aquello, enfatizando y arreando “puñaes” a la mesa. ¡Y lo que me gusta! Hasta que mi conciencia, el angelito -del Corpus- que habita en mí me dijo: “Estás perdiendo el tiempo”. Pero el otro, el demonio de cuernos y rabo -con perdón y sin él- me decía, asombrosamente, lo mismo: “Wasting your time, baby”. Habla en inglés por esnobismo, pero bueno, se lo perdono. Suficiente tiene con los cuernos.
Qué narices, tienen razón. ¿Para qué vamos a darle vueltas a las cosas si tampoco tienen relevancia? Se la damos nosotros con nuestras diatribas y esas ganas enormes de largar con la sin hueso que siempre habita en nosotros. Siendo lógico y normal, por el contrario, no es muy recomendable en ciertos temas.
La Generalitat de Catalunya dice en su página web sobre cultura catalana que las Fallas están ahí, dentro de su territorio. No voy a entrar. Es perder el tiempo. Obviamente las Fallas valencianas no están dentro de su territorio, ni en su tradición ni en sus fiestas del fuego. Como tampoco están el resto de fiestas, tradiciones, localizaciones geográficas y personajes ilustres que se tiran a la pera y se adjudican, que no son pocos. Puestos a llevarse, para qué las medias tintas. No hagamos demagogia de esta provocación y caigamos en la trampa.
El jurado de la Corte de Honor de la Fallera Mayor de Valencia evaluó a las candidatas, y como todos los jurados, les pasaron un test de preguntas sobre Fallas y cultura general. Independientemente del nivel, que me parece un reflejo de la sociedad actual en la que vivimos y del cambio constante y progresivo en la escala de valores, una cosa me enfadó mucho, pero considero que hablar de ello es perder el tiempo.
Un jurado se elige para valorar, eliminar opciones y quedarse con el mejor resultado. Su trabajo de cara a toda aquella que opta debería ser silente, sin estridencias, incluso con un punto de asepsia en el trato. Pero jamás en la vida pueden usurpar el título de profesores y explicarles a las candidatas con detalle todas las meteduras de pata que han tenido en los test, afeando su preparación y, sin querer, dejándolas en evidencia.
Como no hay una metodología escrita sobre cómo afrontar las pruebas de elección, simplemente acuso al jurado de falta de tacto. Y punto.Otra cosa sería que les hicieran cantar el himno “a capella” y vocalizando para ver si se lo saben. ¿Se imaginan? Por eso les digo que muchas veces nos encendemos y hablamos, filosofamos y criticamos, pero las más de las ocasiones son sólo una pérdida absoluta de tiempo.