alt¿Quién ha dicho que nuestra profesión es fácil y divertida? ¿Quién ha dicho que los periodistas vivimos del cuento? ¿Quién cree que nuestra motivación está en una cena? ¿Quién piensa que trabaja uno y chupan tres? Pues nada de nada, ¿o sí? En todo caso, y para despejar dudas, sigan leyendo.
Antes de llegar a desarrollar las teorías que pudieran disipar sus dudas sobre lo que cuestiono, quisiera puntualizar que no todo lo que brilla es oro. O dicho de otra forma, no todo aquel que practica la profesión es obligatoriamente un profesional, o se comporta como tal. Y eso es lo que duele.
Ciertamente nuestra profesión no es fácil si se hace con rigor, pero eso sí, es emocionante, arriesgada y en muchas ocasiones hasta ingrata. Otra cosa es quien se sirve de ella para la práctica habitual de la ingratitud o la desconsideración.
No quisiera que vieran en estos comentarios tan sólo una forma de justificar o acusar y sí la de disipar dudas a fin de que se puedan posicionar en sus valoraciones.
También debo aclarar que con carrera o sin ella, todo aquel que viene ejerciendo dignamente la profesión durante años, que es su único medio de vida, al margen de la calidad literaria o su facilidad de palabra en la comunicación, y lo hace en un soporte legal y cumpliendo lo establecido por la ley, en cuanto a lo laboral se refiere, ha de considerársele como un profesional.
Si se atienen a estos principios que vengo de apuntar, la criba ya es importante, y dejaría fuera a unos cuantos que, por mucho rigor que pongan en su trabajo, lo están practicando al margen de lo establecido y ponen en peligro la credibilidad y seriedad de los demás.
Por ello, sería necesario que los lectores y oyentes de los distintos medios de comunicación tuvieran claro que no es muy normal que en esta profesión exista una competencia desleal sin que se tomen las medidas necesarias, cuando en cualquier otra existe una persecución hacia los infractores.
Pero para el profesional no acaba ahí el calvario, porque la falta de los medios necesarios para el desarrollo de esa práctica hace que el plagio, o el eco de la noticia sin mencionar la fuente, sea una práctica habitual, con lo que se produce una apropiación indebida de algo que los demás se han currado, mientras otros, cómodamente sentados delante de un ordenador, se aprovechan del esfuerzo y el dinero invertido por las empresas de verdad. Y esto, señores, espero que no lo encuentren muy lógico y loable.
En la información fallera estas prácticas son bastante habituales, y además con cobertura y apoyo, consciente o inconscientemente, por entidades y por las propias comisiones falleras que convocan o acreditan a todo el mundo y con ello permiten el intrusismo y el malestar de los profesionales de verdad.
Basta ya de intrusismo y de colaboradores improvisados que vienen a quitar el trabajo a quienes tendrían todo el derecho a practicarlo o a becarios que pudieran contar con unas experiencias que les permitieran avanzar en su preparación.
No estoy en contra de las colaboraciones, para nada, pero la exhibición que estamos presenciando últimamente en actos oficiales, balcones del ayuntamiento y similares, hace sentir vergüenza ajena y rechazo a quienes tenemos en esta profesión una forma de vida.