julio2011Hace apenas unos días recibíamos en sociedad la presentación de una nueva propuesta cultural, cuya misión no es otra que aglutinar bajo el mismo nombre a comisiones o entidades que a día de hoy premian el esfuerzo por mantener vivo y en constante evolución el llibret de falla. Capitaneados por la Associació d’Estudis Fallers, los premios otorgados por esta misma entidad, junto a los implantados por diversas comisiones falleras, se presentaban conjuntamente en la primera edición de los premios “Lletres Falleres”.
Hasta aquí todo perfecto, incluso de aplaudir. Bajo la premisa de que la unión hace la fuerza, cualquier iniciativa que favorezca, incentive y reconozca en mayor medida al colectivo fallero, y más si cabe en su vertiente más cultural, no sólo merece el aplauso, sino el apoyo incondicional de quien esto suscribe, defensor a ultranza del llibret fallero, y criticón incansable de aquellos quienes desmerecen su origen olvidándose incluso del hecho fundamental de su creación, y que no es otro, que la explicación en verso de la propia falla.
Lamentablemente la complacencia van por barrios, y en ocasiones, enmascarados tras el dulce antifaz de una cínica progresía, hay quienes todavía se emperran en agitar banderas y enarbolar las hachas de guerra de la intolerancia patria. Hace apenas unos meses tuvimos un ejemplo de parecido calado cuando media España cinéfila se rasgaba las vestiduras por ver cómo una película en catalán representaría a la vieja España en la carrera por los Oscars. La cinta sirvió de acicate para dictaminar que la lengua en la que fue grabada no podía ser impedimento para la representación española en la modalidad de mejor película en lengua extranjera.
Esta controversia cinéfila me vendría a la cabeza cuando, ante la información recibida de que los premios “Lletres Falleres” serían un paraguas que ampararía a todos los premios que a llibrets de falla se entregaran, se me ocurrió preguntar si se había hablado, o se pensaba hablar, con Lo Rat Penat como entidad que desde 1903 viene entregando los premios más antiguos que se conceden a los llibrets falleros. La respuesta sería tajante, un no “por motivos obvios”. Según el responsable de la AdEF estos motivos no eran otros que la incorrección normativa de la entidad ratpenatista, cuyos escritos incurren en constantes faltas ortográficas.
A mi particular entender, me resulta sumamente curioso que quienes defienden la valía del llibret como vínculo cultural, cierren la puerta a quienes practican una cultura autóctona innegable, censurando por la forma el contenido de lo escrito, y sin respetar de ésta manera a un colectivo fallero que el pasado año presentó un total de 285 llibrets al concurso organizado por la decana de las entidades culturales valencianas. En la misma situación, Lo Rat Penat o el concurso de la Generalitat Valenciana, no ofrece impedimento en la presentación de llibrets en diferentes normativas. Lógicamente, libres son de hacer lo que mejor crean, pero ante lo que yo entiendo como una intolerancia manifiesta, libremente también me pregunto:
¿Qué hubiera sucedido si el manuscrito original del “Tirant lo Blanch” con ese inadecuado “lo” hubiera caído primeramente en sus manos?