foto-web1También se veía venir en esta ocasión. Los malos resultados en la economía, en vista de los antecedentes, presagiaban un tercer recorte en las partidas que el Ayuntamiento de Valencia destina a JCF. Un nuevo 10% de rebaja se suma a los dos anteriores, con lo que la cifra mermada resultante empieza a ser preocupante, teniendo en cuenta que es el fallero de a pie el que debe soportar en su bolsillo estas importantes reducciones.
Por una parte se puede entender el recorte, pero cuando pensamos que de lo que se trata es de crear riqueza, que pasa por fomentar empleo, ya nos convence menos.
Cuando pensamos en las cifras que arrojó el estudio económico aportado desde la Interagrupación, cuyos resultados seguramente han variado al alza en los últimos años, no entendemos muy bien el porqué de estas rebajas si ellas supondrán empobrecimiento, mientras se mantienen partidas que tan sólo suponen imagen o pingües beneficios.
En el citado estudio se hablaba de aportaciones millonarias a las arcas del Estado, algo que repercute indirectamente en las municipales o las que lo hacen de una forma más directa y que todo el mundo conoce, por ello insistimos en que consideramos
que no es prudente ni aconsejable acabar con la gallina de los huevos de oro. Claro que tenemos en cuenta el esfuerzo que puede suponer para la Administración Pública, pero también tenemos claro que, por ejemplo, la afluencia de turismo, y por lo tanto el consumo, bajaría sensiblemente si lo que plantamos en la calle deja de tener interés para propios y extraños, amén de la pérdida de puestos de trabajo al reducir presupuestos en todos los sectores vinculados.
No podemos obviar que si se bajan la subvenciones, los presupuestos de las comisiones van a sufrir modificaciones y, en una gran mayoría, el perjudicado va a ser el monumento, puesto que sabido es que para mantener y atraer la atención de los censos hay que seguir organizando actos y eventos, con lo cual, teniendo en cuenta la situación actual, el dinero habría que deducirlo de la otra partida.
Ya advertía el Sr. Buj, siendo presidente de la Interagrupación, que el incremento experimentado del 37% es algo que se debería tener en cuenta por parte de las diferentes administraciones locales, puesto que si el turismo viene a Valencia es porque viene a ver las fallas y, además, es un turismo que vuelve de nuevo. Si analizamos los gastos que se sufragan en algunos eventos, veríamos la escasa cifra que se nos da con respecto a los demás. Por ejemplo, los 230 millones que costó la visita del Papa, o los 1.500 millones previstos para los cuatro años de la Fórmula 1.
Considero que los más de 750 millones calculados en el estudio -más de 500 vienen de la hostelería- son una cifra muy redonda, lo mismo que lo son los 7.600 empleos generados, que suponen unos 65 millones, o los más de 27 millones que aportamos a la Seguridad Social, por poner algunos ejemplos, y por tanto merecen un trato muy especial y un estudio más pormenorizado por parte de los responsables políticos locales y de la Comunidad.
Volviendo al recorte, en vista de lo visto y para evitar males mayores, en JCF se tendrá que empezar a pensar dónde aplicarlos, qué partidas son imprescindibles y cuál o cuáles han de desaparecer. Viajes, comidas, ediciones sin beneficio, homenajes y demás salidas de dinero tendrán que
cuestionarse en pro de no dejar a las comisiones sin subvenciones. Las alegrías de antaño han de pasar al olvido y los ajustes van a ser laboriosos. Los propios presidentes y el fallero de a pie van a tener que empezar a preocuparse un poco más de lo que pasa fuera de su comisión si ello puede repercutir en la economía de su falla y en la suya propia, lo que significa que los plenos y las asambleas de presidentes han de resultar más interesantes con aportaciones de ideas y controles que hasta la fecha se han venido obviando.
Difícil lo tiene el nuevo edil y presidente de la Junta, Sr. Lledó, pero si el apoyo y la presión del colectivo es unánime y decisivo, a buen seguro que dentro de la dificultad que ello supone, se conseguirá concienciar a las altas esferas de la necesidad de respetar esas antiguas subvenciones y de seguir incrementándolas en vez de ser mermadas.