julio2011Que nadie piense que nos van a poner de cara a la pared, o coronarnos con las históricas orejas de burro, no, hasta ahí no creo que llegue la situación. Tan sólo es una pequeña licencia ante lo que personalmente entiendo como un continuo ensañamiento hacía el colectivo fallero.
Hace apenas unos meses conocíamos los pormenores del CRE, esa nueva titulación con la que nos castigan a los amantes del “tro de bac” por poner un ejemplo, gracias entre otros motivos a la ilógica gubernamental que después de veinte años no ha logrado levantar la satanización al petardo valenciano por excelencia, mientras si podemos comprar alegando mayoría de edad, y utilizar libremente sin titulación alguna, masclets de diversa índole y tamaño.
Ahora ha llegado por fin el anuncio de las temidas partidas presupuestarias. Los ajustes eran cantados, y nuestro consistorio no iba a ser menos. La alcaldesa de la ciudad anunció un recorte del 1,7 % sobre el presupuesto del pasado año, hasta aquí todo dentro de lo esperado. Pero bien, las Fallas son otra guerra, cuando se trata de presupuestar son simplemente fiestas, y cuando se quiere hinchar el ego patrio hablamos de motor económico, cultura, o Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Como nos referimos al dinero, nos quedaremos con la primera acepción. Del 1,7% del recorte establecido pasaremos al castigo del 10% menos en los fondos destinados a JCF. Si en 2011 se recortó la partida municipal en un 7,3% y que sumados a otros ingresos pasaría en tres puntos, para 2012 el diez lo transformaremos siendo benévolos en un 12% de castigo.
Con estos mimbres llegaría la segunda fase, el presupuesto realizado por el organismo fallero. Ese presupuesto que como ya comentamos hace mucho tiempo, no lo admitirían en ninguna comisión fallera por su abrumador porcentaje de “gastos varios” y que con la anual anuencia del Consejo Rector, independientemente de quien lo integre, y la ignorancia con la que se le relega actualmente a la Asamblea de Presidentes, se aprueba año tras año sin objeción ninguna.
En este presupuesto se sigue la tónica establecida, castigar nuevamente al fallero. Ese extraño ser que “los pone” año tras año para el beneficio económico-social de nuestra sociedad, vería recortados de forma estrepitosa las partidas que gracias a su participación en concursos, de comprometerse con que la fiesta siga viva durante todos los meses del año, recibe en minúscula proporción para mitigar los gastos.
Desde un 23% aproximadamente en el concurso de presentaciones, a más del 76% en la Cabalgata del Ninot, pasando por el concurso del teatro, o el concurso de fallas ya castigado el pasado ejercicio, y que todavía puede sufrir peores consecuencias. Pero tranquilos, el fallero, ejemplo perpetuo de solidaridad, agradecerá sonriente que no haya sido mayor el castigo a su esfuerzo, ya que también se han suprimidos ciertos actos con sus respectivos gastos, y que como rezaba el famoso anuncio de un dentífrico, nueve de cada diez falleros, ni sabían que los asumía JCF, el décimo no tenía la menor idea de lo que se le preguntaba.