julio2011Todo se ha cumplido. Las Fallas 2012 tocan a su fin y la vorágine fallera se iniciará de nuevo en apenas unas horas. Llega el momento de balances, memorias y cuentas. De recuerdos, y de nuevas metas. De miedos al qué vendrá, o de ilusión por lo que todavía está por llegar. Pero entre todo y todos, también llega el momento para la reflexión. Para hacernos una, dos, tres, cuatro o cuatro mil preguntas. Mirar hacia adelante, sin olvidar un pasado que nos pueda nublar el futuro.
Tenemos razones para enorgullecernos de nuestra fiesta, de nuestras gentes, de nuestra historia pasada y actual, pero tenemos igualmente que ser coherentes con nuestra responsabilidad en encarar el futuro con la seguridad de no perder nuestra razón de ser.
Es nuestra obligación el trasladar un legado, como mínimo, tan rico como el que nos dejaron, y para ello es necesario aunar esfuerzos en beneficio del colectivo. Todo es importante, todos son necesarios. Desde el vuelo de una falda, hasta el más sencillo de los concursos. Desde el primer directivo hasta el último vocal.
Nuestra fiesta es grande, pero se ha hecho más grande todavía. Se tiene que modernizar o actualizar de forma constante, y se tienen que despejar dudas e incertidumbres sobre muchos aspectos.
Sobran opacidades y ocultismos innecesarios en los concursos. Falta gallardía para afrontar responsabilidades. Sobran protagonismos. Faltan falleros comprometidos. Sobran arcaicismos, y falta visión de futuro sin negar la experiencia del pasado.
Al día de hoy nos encontramos en una encrucijada donde un leve golpe de timón puede suponer un rumbo de fatales consecuencias para nuestro futuro.
Defendamos nuestra fiesta, nuestra falla como parte fundamental de esta, nuestra cultura y tradición. Compartamos el espíritu y las inquietudes de la juventud, pero no dilapidemos nuestra herencia en un botellón de fuego.
Organicemos nuestros cajones. Limpiemos el polvo y barramos de nuevo nuestros casales.
Reconozcamos los problemas y busquemos soluciones. Somos falleros, pero también somos depositarios de un bien de valor incuestionable, económica y culturalmente hablando.
El fuego lo quema todo, y el día 20 la fiesta fallera debe resurgir de nuevo, con más fuerza que nunca, y ante la adversidad, valentía, término latino que dio nombre a aquella Valentia Edetanorum de la que nos debemos sentir orgullosos y honrar con nuestro hechos.
Las Fallas de 2013 están llamando a la puerta, y no podemos dejarnos llevar a merced del viento.