julio2011Al César lo que es del César, y al colectivo fallero... la peineta. Había que ver para corroborar esta pequeña licencia, como estaba el hemiciclo en la última Asamblea de Presidentes. Después de la ya tradicional “de la copita” con la que se concluye el año, no se veía un lleno en el hemiciclo igual al del pasado 22 de mayo. No crea quien no acudió, que fueron pocos, que se iba a tratar de un tema de índole fundamental para el devenir de la fiesta. No crean ustedes que había que aunar esfuerzos para evitar un nuevo recorte fallero. Ni tan siquiera se iba a tratar sobre la manida ofrenda. Simplemente se ponía sobre el tapete fallero la posibilidad o no de asegurar un número fijo de falleras electas por sector dependiendo del número de fallas que lo integren, y no como hasta la fecha, de las candidatas que se presenten.
Una propuesta, por fin, de la Interagrupación y expuesta por su recién elegido presidente, llegaba a la Asamblea. Ante semejante hazaña, las fuerzas vivas de la fiesta no pudieron dejar pasar el momento de ejercer su innegable derecho al voto. En primer lugar el presidente quiso hacer unas reflexiones con evidente aroma para quien les habla, de condicionar el voto hacía el sistema establecido. Posteriormente, un rápido turno de palabras donde desde la anecdótica intervención del recientemente elegido delegado de sector por Campanar, en nombre de “su falla” de La Creu Coberta, hasta la defensa del fomento de la participación por encima a mi entender del fin en sí, elegir a la Fallera Mayor de Valencia, nadie abogó por ejemplo, por evitar que siga sucediendo la velada o no negativa a ostentar la máxima representación de la fiesta una vez ya elegidas de la Corte. Sea en su sector, o en la elección de la Fonteta.
Las defensas de una y otra postura concluirían con acalorada votación, no por beligerante discusión, sino más bien por la casi nula o inexistente refrigeración del hemiciclo, siendo el resultado contundente en favor de este pequeño, pero gran cambio para la humanidad fallera.
Mientras tanto, en la capital de La Safor se recortan de 14 a 8 el número de las Cortes, alegándose razones de logística, que bien podrían ser económicas sin reparo alguno.
Pero Valencia es mucho Valencia, ciudad y área metropolitana incluida. Donde esté saber si en verdad es “condicio sine qua non” para un desfile, llevar o no banda, qué más da saber si habrá o no Congreso Fallero; o si las fallas, esas que tanto se defienden a pecho descubierto, y luego se les niega cual Pedro como eje central de la fiesta cuando se firman los contratos, sucumbirán o no en favor de la cultura del quinto y tapa o la feria de abril fallera. O simplemente si nos sentamos de una vez por todas para dejar de trabajar “de baes” como touroperadores de la hostelería valenciana. No quiero ya ni plantearme en debatir un día si la nueva ley de mecenazgo pudiera recoger una serie de incentivos fiscales en favor de la conservación y el enriquecimiento de toda una candidata a Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Entiendo que esos son temas realmente menores, minucias de la fiesta fallera en épocas como las actuales. Para eso no hay ni lleno, ni preguntas en la Asamblea. A la hora de la verdad, tira más una peineta que una maroma de barco.