manoloOkNo sé cuántas veces habremos escuchado a lo largo de nuestras vidas la expresión “no te mereces lo que tienes”. Siempre se oye cuando alguien quiere hacer ver que no te comportas o no eres digno con respecto a lo que disfrutas. A lo que tienes. A lo que es tuyo por derecho. Y si entramos en la significación del concepto, no merecerse lo que uno tiene es triste. O más que triste es lamentable.
¿Nos merecemos los valencianos la fiesta de las Fallas? Con la palabra falla de por medio se abre un inmenso abanico de posibilidades a la consideración del que suscribe: si nos merecemos o no la organización festiva que tenemos; si nos merecemos o no las distensiones internas del colectivo; si nos merecemos las polémicas con vecinos e intolerantes que no soportan nuestra semana de gloria; si nos merecemos que la crisis esté haciendo insoportable a algunas comisiones el poder subsistir; si, en definitivas cuentas, nos merecemos las Fallas tal cual las conocemos hoy día.
Pues nones. Ni una de las anteriores se me pasa por la cabeza, ya que mi atribulada testa sólo tiene ojos para una única consideración. ¿De verdad nos merecemos los falleros la fiesta de las Fallas?
La fiesta que me enamora sí que merece ser Patrimonio Inmaterial de la Humanidad; merece, de hecho, que en este país, España para más señas, alguien salga y diga que ya está bien de milongas complacientes y de risillas a nivel nacional cada vez que alguien nombra el término “fallero”, la mayoría de las veces como algo burlesco y en tono despectivo. Ya está bien. Habría que dar un golpe de autoridad en la mesa, un golpe que la parta en dos, que acongoje a todos los reunidos, para a continuación decir que a nivel cultural, social, festivo y organizativo, las Fallas son “bigger tan life” como dicen los yanquis, y por lo tanto, sin paliativos ni medias tintas, la mejor fiesta de España. Eso para empezar. Y luego hablaremos de si es la mejor del mundo.
Yo me pregunto si un colectivo remolón en sus reformas, en el que sólo motiva el problema personal de cada uno, en el que llegan las vacas flacas y es capaz de jugar con el único, y repito, único elemento que justifica toda la fiesta, la falla, haciendo con los bocetos un mercado persa pasto de falsarios y engañabobos, y en el que los festeros cada día nos están ganando la partida en las juntas, merece algo. Yo me pregunto si nos merecemos una fiesta única, con rasgos que nos hacen diferentes, especiales y culturalmente solidos, efervescentes y cambiantes, cuando no somos capaz de mantenerla y nos perdemos en necedades y luchas absurdas.
Hace años, creo que desde siempre, llevo diciendo una cosa sobre las Fallas jamás dejaré de pensar. Esto es una fiesta, una celebración popular, una tradición y nos olvidamos de ello en cuanto nos calientan los cascos. Y así nos va. Mientras sigamos perdiendo el tiempo en glamur, cotas de poder absurdo, inquinas, meandros de ríos salvajes, campos yermos y desubicaciones lo llevamos claro. Y encima queremos ser patrimonio.
Si merecemos la fiesta o no es algo que no sé, les soy sincero. ¿Merecemos lo que tenemos o tenemos lo que nos merecemos? Apúntenme cinco a la última, que creo que esta apuesta la gano.