manoloOkLa rentrée al continuo fallero, si es que en algún momento se había salido del mismo, ha llegado con inusitada fuerza. En muchos casos, más de lo mismo. Idénticos lugares comunes y lacras que no nos quitamos por más que se afean y se repudian desde múltiples tribunas. Se inicia el curso y una vez más salen a las palestras de las juntas falleras los odiosos concursos de bocetos. Luego lloran aquellos que confiaron en desahogados bocetos que prometían fallones y a lo único que llegaron fue a ser grandes fallos. El concurso de bocetos, esa aborrecible costumbre de elegir el boceto con más colores y que más promete con menos dinero, es un vestigio del peor de los males que puede tener la fiesta. Y ese no es otro que el desinterés por el monumento fallero. El desapego por la falla. La indolencia por lo que se planta. Vamos, que muchos con esta práctica lo que demuestran es que la falla se la trae floja. Y cada vez más.
Componiéndose así el ambiente, poco más vamos a contar, y menos si es de asumir el IVA, que sigue siendo del 21%, que lleva la falla. Eso en algunas fallas es de insulto. ¡Yo! Eso lo pagas tú. Y claro, el debate es tan corto como cortos son los presupuestos que se van quedando para plantar falla.
La lengua nos duele ya a los que amamos el monumento sobre todas las demás cosas (que las hay, evidentemente) de la fiesta. La falla es lo único que da sentido a las Fallas. Lo podemos pintar del color que se quiera, pero el respeto por la fiesta empieza por el respeto a la falla. Y por lo tanto, respeto al artista fallero.
La profesión de artesano fallero tiembla ante un futuro cada vez más incierto. Una profesión que, además de los retos dentro de ella, tiene que aferrarse a palos ardiendo cuando las fallas aún no se han quemado. Y uno de esos palos es el puñetero concurso de bocetos.
El fallero debería contratar artistas, no dibujos. Debería fijarse en las trayectorias profesionales, en los años de trabajo, en las fallas plantadas, en sus obras. Se contrata el trabajo de un artista, no un dibujo más o menos acertado, porque de esos hay cientos. Los que se quiera y muchos más. Es por eso que yo digo no al concurso de bocetos, una espiral de vicios contraídos que lo único que reporta es mayor intranquilidad, menosprecio y poco respeto al artista fallero.
El mes de abril y el de mayo han sido también curiosones en cuanto al ambiente. Está más cargado que una góndola de transporte el día 14 de marzo. El tufillo a política y fiesta empieza a hacerse de notar y preveo unos años movidos en este sentido. El país en el que vivimos está convulso a nivel político y social, y Valencia no iba a ser menos. Nunca hemos querido ser menos que nadie. En las Asambleas ya se nota que el aire se va enturbiando y la cosa puede ponerse complicada. Muchos van tomando posiciones y convierten lo que debía ser plural en sectario. Las tintas se van cargando y las
plumas supuran chorros de distintos colores.
La fiesta corre el peligro de verse maniatada por bandos divididos, y a mí no me gustan los bandos. Hay a quien no le gustan las bandas y las cambian por carambas. Pues caramba, cambiemos los bandos y rememos todos hacia el mismo lado. La fiesta y su rumbo están en nuestras manos. Respetemos a la fiesta.