manoloOkDesde que entré por primera vez en un taller me di cuenta de un extremo que creo que nadie te explica cuando habla de las fallas. Que hace frío, pero un frío señor, pelón, de tiritona en muchas ocasiones y congelado cuando la noche usurpa a la tarde su luz otoñal. De repente es invierno y la “gelor” no tiene compasión.
Imagínese el lector semejante situación. El artista ante su obra, helado de los pies a la cabeza y solo. Solo y congelado. Pero siempre hay que ser optimista y pensar que llegará el verano, y donde antes te congelabas como un pollo te asarás como el mismo pollo. Después del frío siempre llega el calor. O eso dicen al menos.
El artista fallero pasa ahora frío siberiano en el taller, dentro y fuera de él, y está solo ante su obra. La situación de penuria y crisis, esta desgana que nos atenaza a los españoles se refleja en la actitud que muchos muestran ante el desamparo del artista fallero. Y es que en esta sociedad donde mis problemas son los importantes y la importancia de los tuyos empieza cuando se relacionan con los míos, es cada vez más difícil encontrar un punto común para la empatía.
Los talleres falleros van helándose, y la culpa la tiene la IVA por supuesto. Es uno de los grandes responsables de la destrucción de empleo en el mundo del arte fallero, y el culpable directo de que cada trimestre se oiga el pedernal con el que Hacienda afila el hacha. Y supongo que alguna risa a lo Bela Lugosi, diabólica, de película que da miedo. En las películas de miedo con taparse los ojos basta, pero en la vida real no, y el fallero en esta película real me parece a mí que se está tapando demasiado los ojos.
El concejal de Fiestas anunciaba en fechas pasadas el aumento de la subvención a las fallas. Volvemos al 25% y eso va a suponer una ayuda considerable. Pero la subvención sube porque las fallas bajan de importe, creo que está claro. Bajan por la crisis, por el IVA, por las bajas en las fallas... por todo en general.
En los talleres falleros hace cada vez más frío, y lo hace no porque no haya dinero para hacer fallas. El dinero es el que hay, pero muchísimas comisiones siguen alardeando de carpas, de fiestones, de actos sin porqués y de fastos espectaculares.
En lo más profundo del taller hay frío porque el fallero no hace caso al artista. No comparte sus inquietudes con él y existe una ausencia total y absoluta de feedback, de sensibilidad, pero sí que hay mucha despreocupación, intolerancia en muchos casos e incomprensión en otros.
El artista no es un proveedor, o un trabajador a sueldo, o uno que pasaba por la puerta y le has encargado un trabajo. Es un artista fallero, y es el responsable de mantener la fiesta más bonita y singular del mundo, porque su obra es el centro auténtico. Hay que comenzar a poner puntales en la medio derruida cultura de la fiesta y hacer paredes y techos. La falla es vital, es lo importante, lo que nos da nombre, lo que nos da sentido.
El artista mientras tanto pasa frío. El taller está solo, desangelado, vacío, ausente. Siempre me han contado que antaño era costumbre que el presidente, o algún miembro de la comisión, llevara un termo de bebida caliente al artesano y acompañara al maestro en las largas tardes de invierno. Es una imagen de otros tiempos, está claro, pero como metáfora me vale. ¿Y a ustedes?