julio2011

TODO DEPENDE

Julio Fontán

Ahora que a los "modernos" se les hinchan los carrillos hablando del teatro hecho por falleros, el mismo teatro que hasta hace cuatro días era simplemente teatro "fachéro", en tono despreciativo y acentuando el término fallero con tono de mediocridad. Ahora que cualquier de estos "esnobs" se apuntan al carro por defender la cultura fallera como si no hubiese maña, y reconocen que el concurso de teatro amateur organizado desde Junta Central Fallera es uno de los más importantes de España, que lo era y es, no sólo por su numerosa participación, también por su longevidad, calidad de obras y actuantes.
Ahora que de una puñetera vez se han dado cuenta, ya sea por su descubrimiento, reconocimiento sincero, e incluso por interés político, que también lo hay, es hora de que abramos un poco más el ancho de miras y nos demos cuenta de un detalle.

Aunque queda mucho camino por recorrer, entre otros una sala propia, el teatro hecho por falleros se ha elevado a una categoría que merecía por justicia hace años. Se reconoce su madurez en todos los ámbitos, y aunque mermado económicamente, el concurso organizado desde Junta Central Fallera es seguido por un público fiel que en ocasiones acude a las representaciones en mayor cuantía que a las realizadas por profesionales. Todo perfecto. Se presenta a bombo y platillo, cartelería, se edita calendario de representaciones, y para cerrar la temporada se prepara un acto de nominaciones multitudinario y dos Galas premiatorias, mediocres por ser benévolo, aunque ese es otro tema, en el mismísimo epicentro de la dramaturgia valenciana, y reconocer así los méritos de los sucesores de Tespis.

Todo maravilloso, pero ahora bien, teatro, lo que se dice teatro, se hace e hizo desde que el hombre es hombre por todas las civilizaciones, antiguas y actuales. Pero teatro, pensado, escrito, e interpretado, exclusivamente por falleros, en lengua valenciana, y con un desenlace o fin determinado, sólo existe aquí, y se llama: "Apropòsit faller"
Este género único, propio del colectivo fallero, tiene un concurso de los más antiguos que se conocen en la fiesta, casi el doble de años en cartel que el de teatro. Su puesta en escena suele ser más complicada y costosa, y su finalidad, genera cada año un buen número de estrenos, siendo quizás el más prolífico de los géneros englobados en las artes escénicas en relación a la producción de obras. Pero por el contrario, su divulgación sólo tiene la frialdad del ciberespacio. Su repercusión supone poco más que la información de su flamante desenlace, el nombre de la inspiradora del texto. Y el fallo del histórico concurso se limita a los seis minutos de reloj que suponen la lectura de los premiados, en un salón repleto de humanidad, y que para obtener el privilegio de butaca hay adelantarse en una hora al horario previsto. Para el "Apropòsit faller" no hay carteles, calendarios, galas, ni tan siquiera playbacks dedicados.

¿Dónde están aquí los paladines de nuestra cultura? ¿Dónde está el orgullo de los falleros? ¿Dónde está el respeto a una parte de la historia de nuestra fiesta? ¿Qué tienen el concurso de teatro, el de playback, el campeonato de pelota, fútbol sala, parchís, petanca, etc. que no merezca el concurso de presentaciones? Tan sólo una historia propia de nuestra cultura olvidada.

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