manoloOkNo conozco evento del mundo fallero más venenoso que las preselecciones. Sacan los bajos instintos del fallero y convierten a aquellos que se lanzan al barro en auténticas víboras venenosas. Agitan su crótalo serpenteando por los Jardines del Palau, por las demarcaciones o allá donde tenga lugar el desfile de candidatas, dejan rastro viscoso de su presencia y luego propinan generosas dentelladas de forma diestra y tanto o más siniestra que en cualquier otro concurso de los que organiza el fallero. Porque esto es una competición, un concurso, una búsqueda de aquella que será la reina de todos nosotros durante un año. Es una competición, con jurados, y la objetividad siempre es una cualidad complicada si las personas están de por medio.

Quiero distinguir, como experto en herpetología fallera, distintas clases de víboras de preselección, porque resulta que para cada mordedura hay una clase distinta de veneno. Y siendo un naturista convencido del mundo de las Fallas, en el que sale el sol para todos, comprendo -que no respeto- las que muerden porque no ha salido su candidata. La rabia de no ver satisfecha su ilusión motiva a las víboras casaleras, que asestan picotón a la fallera de la falla vecina, que encamina sus pasos a la Fonteta mientas su hija/sobrina/ amiga se va a casa con la amargura de la derrota. El veneno es de dispersión rápida y duele, pero un rato.

La víbora peinetera es mucho más virulenta. Ni le va ni le viene, pero le gusta pegar bocado dado el cúmulo de frustraciones que arrastra a su espalda. Quizá no salió ni del sector cuando se presentó en su día, o su deseo ha sido siempre ser jurado y jamás lo fue, o su fallera se presentó y se la ‘cargaron’ oscuros designios y supuestos telefonazos pegados desde las más altas instancias falleras. Ahí es donde cualquier estupidez se convierte en vitriolo y veneno ardiente de colmillo audaz, que se clava hasta el corvejón. Y éste sí que pica.

Y luego están las serpientes de cloaca. Las infectas ‘bichas’ que sabiendo lo sensible de este proceso fallero, en el que hay tantas esperanzas y sueños depositados a plazo fijo, actúan como reptiles despreciables enseñando el colmillo y pegando bocados. Dejando amargos posos en aquellas que salieron y haciendo un paripé que reconforta a las que se quedan en el camino.

El que esto suscribe no entiende nada de lo que pasa en julio en nuestra fiesta. Es todo tan absurdo que no admito que sea así. Lo que debería ser un proceso gozoso, en el que hay vencedores y vencidos, por supuesto, debería revestirse de una dignidad que perdemos muchas veces. Algunos lo propician porque, en el fondo, tienen poco respeto a la fi esta y para ellos es sólo un pasatiempo. “Parece que te vaya la vida en ello” suelen decirnos. Y otros lo hacen porque, simple y llanamente, son así de despreciables. Que se vayan de la fiesta que no los queremos. Se retuercen las manos mirando la que han montado soltando dislates y maledicencias. Pero como las fiebres más altas, con reposo y medicación se nos pasa la calentura. En el fallero no queda nada, no triunfa y no le hace desfallecer, porque se pasa. La fiebre puede alargarse, pero el día de la Fonteta, en el que 26 valencianas brillarán con fuerza y el mundo de la fi esta les rendirá homenaje, se acaba el veneno, la fi ebre y los aprovechados de esta etapa de agobios que son las preselecciones. Entonces sólo queda gloria de la fi esta para las elegidas.

Creo que va siendo hora de llegar todos al mes de julio vacunados contra los venenos de las preselecciones, porque nos merecemos disfrutar de unas noches en las que el mundo de las Fallas asiste al relevo, que llegará, en la máxima representación de la fi esta. Las nuevas aspirantes merecen cariño, respeto y sobre todo apoyo. Lo demás no tiene cabida en la fiesta que deseo. Que deseamos todos.