julio2011Kapuscinski, premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2003, nos advertía hace unas cuantas décadas: “cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante”.
Una frase que recordé hace unos días cuando leía un efusivo grito a los cuatro vientos. “¡Lo hemos reivindicado, lo hemos explicado, lo hemos negociado, y lo hemos conseguido! ¡Enhorabuena Valencia! RTVE multiplicará este año la cobertura estatal e internacional”.
Unos 3.500 me gustas en 15 horas se congratulaban al entender que Goliat había sucumbido frente a David, haciendo comprender que Valencia merecía la misma cobertura que Pamplona. Todos aplaudimos la misiva, pero ahora bien, las trolas, trolas son, como también lo son las verdades a medias.
Hoy en día nada es gratis, todo tiene un precio, pero si la información viene de un ente público que ya pagamos todos, es incomprensible que también la tenga.
La transparencia sigue sin ser uno de los puntos fuertes de la actual administración, y si días atrás se inauguraba la Exposición del Ninot  tras un convenio que todavía desconocen los propietarios de la obra expuesta, ahora se anuncia a bombo y platillo una cobertura informativa que, por muy buena que parezca, nunca salió gratis hasta la fecha. El pasado año, la Corporación de Radio y Televisión Española firmaría un convenio con el consistorio por 15.000 € para realizar la emisión en directo de las mascletaes entre el 1 y el 19 de marzo, así como el programa denominado Nit de la Cremà a nivel nacional. No hablaré por vergüenza de aquel programa, pero sí del agravio comparativo de esta compra y venta de información a la carta.
Mientras empresarios autóctonos invierten su dinero para informar del día a día de la fiesta poniéndoles dos mil trabas para realizar su trabajo, a otros se les dan exclusivas o directamente se les paga con dinero público por la información, sin informar de ello, y rindiéndoles pleitesía en busca de titulares positivos.
Este año “multiplicarán” la cobertura, ¿pero por cuánto? Si por 20 segundos de ego televisivo vendieron su palabra y se rieron en la cara de profesionales y falleros a los que prohibieron fotografiar sus ninots en el interior de la Exposición hasta su inauguración, ¿cuánto nos costará ver en pantalla a quienes no iban a politizar el balcón en su eterna campaña de imagen? No lo sé, pero gratis no será. Un balcón que, por cierto, sigue como cortijo vetado, donde en demagógico sorteo en pro de su “comboi”, se pone zanahoria a vecinos y falleros del cap i casal, mientras se complace políticamente a localidades cercanas ¡fent pinya!
Mientras tanto, a quienes ofrecerán el espectáculo, nuestros maestros coheters, se les calla con propina de 500 sobre un total que no alcanza ni la cuarta parte del valor de su trabajo ante más de 25.000 espectadores. Unos honorarios & impactos, que paradójicamente no suponen ni la sexta parte de lo invertido para la exitosa fiesta de Nochevieja ante 15.000 almas. Como diría Mota: “No te digo que me lo mejores, iguálamelo”. Pero no, la dignidad como la información, también se compra o vende. La pólvora valenciana, candidata a patrimonio cuando nos interesa, no sabe de uno o tres moños, y los tradicionalistas del postureo cuentan poco o nada con ella. ¡Vergonya cavallers, vergonya!

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