cendraY seguimos repitiéndonos, como una comilona a destiempo. Y estas repeticiones se convierten en “protocolo” que, a su vez, se convierte en tradición no escrita que todos hemos de acatar y repetir. Y “torna-li la trompa al xic”. Un acto es calcado a otro, un acto se llena de sub-actos que lo alargan innecesariamente, y los presentes se los saben de memoria, y nadie sabe explicar quien inició este proceso protocolario, quien lo dictó, ni quien lo escribió. ¡Ah, no! Que no está escrito, que simplemente alguien lo aplica a rajatabla. Quin avorriment, per favor! 
 
Y de nuevo fracasamos. Como colectivo que se llena la boca con la identidad propia y con su defensa, fuimos incapaces de remar a una para conseguir la proyección de un evento de récord. Incapaces de adaptarnos a unas normas y condiciones que no cuadran con nuestro “carácter”. ¿Carácter? ¿Que carácter? El meninfotisme, que pone el bien individual siempre por delante del bien colectivo. Si en lugar de ostentar el record Polonia, lo ostentaran los “polacos”... altre gall cantaría! Kikirikiiiiii!  
 
Y alucinamos escuchando “enfervorecidas intervenciones” de quienes se arrogan la representación de todos, y no tienen ni la de los suyos. Y piden lo que nunca pidieron ni nunca se aplicaron ni aplicarán, con la esperanza de que los aplausos de una pequeña cohorte de palmeros y correveidiles les hagan “famosos” en los corrillos, contubernios y tertulias tabernarias radiadas. On estaven? Amagats? O cagats de por? 
 
Y asistimos a una nueva “hoguera de las vanidades” con la complicidad de aquellos cuya situación económica resulta, como poco, preocupante, cuando no ruinosa. Se trata del único evento que a pesar de la crisis mantiene la apariencia ampulosa y soberbia de mostrar las “maravillas” que un grupo de “inconscientes” ofrecerán al fuego de las fallas. Han pasado los años de los caballos blancos, de los presupuestos desorbitados, de las apuestas personales y ha sido substituido por las recortadas realidades. Y a pesar de ello la imagen que se transmite és de opulencia y normalidad. Un gegant amb els peus de fang.   
 
Y entramos en la ceremonia de los despropósitos donde, en base a un deleznable ejercicio del periodismo, hay quien se dedica a pregonar a los cuatro vientos nuestras “intimidades” utilizando para ello caracteres tipográficos exagerados, convirtiendo así en la prueba necesaria para que los “vampiros” puedan actuar con facilidad. Como decía la canción: … ¡y estamos con el culo al aire!”

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