ImageCuando alguien pierde el norte, o se le reconduce a la fuerza o se deja que vaya reencontrando la senda perdida; que busque y encuentre el camino hacia lo que debe ser. Y eso podríamos aplicarlo a la Cabalgata del Ninot.
Este año por fin podemos ser un poco -sólo un pelín, casi por milímetros- optimistas y decir que quizá hay una esperanza, que suele ser lo último que se pierde junto con la dignidad. Lo que pasa es que la dignidad de la cabalgata ya se había perdido hace tiempo. Un desfile subyugado en la indolencia de sus participantes, en su no saber o no querer hacer cabalgata y dejar de sacar a la calle un espectáculo vivo, con sangre fallera por sus venas, con acidez, mordiente crítica y sátira propia de esta fiesta nuestra. Una fiesta que va siempre un paso más allá.
Después de muchos años señalando con el dedo índice de la culpabilidad la falta de aire, el ahogo y el constreñimiento, la decadencia y el sinsentido de la Cabalgata del Ninot, hay que hacer un alto para la reflexión motivado por la de este año. Sí, porque parece ser que todavía queda en el colectivo una esperanza para la recuperación de la falla en movimiento.
No fueron todos los participantes, ni muchísimo menos. Si me apuran, ni siquiera la mitad. Pero da lo mismo. ¿Cinco?, pues benditas cinco comparsas. Y es que hubo participantes que sí intentaron sacar a la calle un desfile cabalgatero, una falla humanizada, un argumento, un guión. Algo. Y no una charanga carnavalera, que está muy bien, pero para los Carnavales. Nuestro juego se llama Fallas, señores. A veces, y parece mentira, hay que recordarlo.
La preocupación por hacer una participación más que digna se vio en esas comparsas que cito. Críticas claras a situaciones concretas, comprensibles por todos, tanto para falleros como para no falleros. Y no de cualquier forma. Cuidando la presentación, afilando tanto en vestuario como en plataformas.
Alguno decía que tampoco se podía ser optimista, pero yo pienso que por lo menos hay motivos para estar más contento que otros años. Un poco aunque sea. El camino se ve lejano todavía, pero la orientación hacia la senda está ahí delante. Sigámosla, a ver a dónde nos lleva.
Quizá uno de los motivos por los que se ha despertado en algunos las ganas de decir cosas en la cabalgata está motivado en los problemas que sufre la fiesta. En la cabalgata lo vimos. Y algunos arrearon con una expresividad gráfica bastante dura. Por ello, permítanme que me quede con tres estampas del desfile; tres cuadros que retratan bastante fielmente cómo está viviendo el mundo de la fiesta los envites sociales que recibe.
Un cuadro. El Padre Jofré evita la lapidación de un joven enfermo mental. Cambien el fraile por el ente fallero, al joven por la fiesta y a los que le quieren linchar por aquellos que no cesan en sus denuncias. Otro cuadro. "Saturno devorando a sus hijos", una de las pinturas negras de Goya. La fiesta devorada sin miramientos. Y otro cuadro, también del de Fuendetodos. "Los fusilamientos del 3 de mayo". La fiesta, ajusticiada por los cánones económicos, la crisis, las quejas, las normas... Pero tras ese mensaje, otro más optimista. La fiesta sobrevivirá pese a quien le pese. No en vano, las Fallas es la fiesta más grande del mundo. Pues mostrémoslo en la cabalgata.