No las he visto nunca, ni sé por dónde circulan, ni donde se sellan, pero al filo del mes de marzo aparecen voces que implican el escalafón de los premios a las fallas con no sé qué quinielas fantasma.
Llega uno y te pregunta, ¿cuál es tu quiniela?. Y la perplejidad te aparece en el rostro como si te estuvieran hablando del 1X2, carreras de caballos o podencos.
Se ha puesto tan circulante la apostilla que hay quien atribuye sus grandes conocimientos en la materia, como para sentar cátedra y lucir luego, a escrotos vistos, sus aciertos ante los atónitos ignorantes.
El caso es, piensa uno, que los tres signos no sirven para tales menesteres, a no ser que te hablen de una pugna entre dos. Pero eso sí, extirpados los envoltorios aparecen los acertantes que son todos y uno se sigue preguntando dónde se cobran los plenos, si bien al ser tantos no deberá acumularse un gran bote para el reparto.
Es obvio detectar pese al desconcierto, que estas quinielas están directamente relacionadas con la clasificación final de los premios en la sección Especial y que el orden es el que cada cual establece según sus preferencias o intuición, para eso vivimos en libertad y democracia, faltaría...
Porque atreverse a sentenciar sobre bocetos, maquetas, revistas o tal vez habiendo visitado algún taller, se me antoja temerario, si bien opinar es gratuito, pero así y todo sigo hecho un lío con lo de la quiniela.
Los comentarios son de los más curiosos, “pues las quinielas dan como ganador a fulano”, o pasado el tren, “ya decían las quinielas que mengano no ganaría” y uno que no ha visto ninguna quiniela se queda como “María fava” igual que estaba, sobre todo cuando se habla en plural, “las quinielas”. Estos quinielistas a uno se le antojan a cuadros, por que son falleros en su mayoría de tertulias lisonjeras que gozan de hablar de lo que sea, pero cuando aseguran tener en su quiniela el escalafón como cosa hecha, ponte a temblar.
Son capaces de acabar con las componendas que cualquiera se hubiera hecho sobre su propio entender, y al final uno sueña con las papeletas volando por las cortinas de su habitáculo y se despierta dando manotazos para cazar alguna, no sea que el suscriptor fuera alguno del jurado.
Estas quinielas fantasmas acaparan todo el protagonismo cuando uno pregunta más de la cuenta al “apostante”. Pedir explicaciones sobre criterios de evaluación de las fallas para llegar a conclusiones es de lo más pueril, sí, sí, asumo el adjetivo, son como niños.
Bueno... y las quinielas de las preselecciones a Cortes de Honor, las que siguen y las últimas..., otros espectros que tampoco aparecen a la vista de nadie, pero que todos llevan bien escondidas ni se sabe donde.
Un día me hablaron en secreto de una que estaba la primera en las quinielas y resulta que aquella no se presentaba. Las dichosas quinielas por todo el año no nos las quitamos de encima, desde el verano con los sectores hasta octubre con las falleras mayores y seguidamente las fallas.
Será cuestión de abrir una oficina de venta de boletos, a saber, porque si se pretende cobrar igual desaparecen.