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Desde hace varios días se trabaja intensamente en la comisión Malvarrosa para poner a punto el clochinero que se ha trasladado desde un almacén de Paiporta, donde el propietario, Clochinas Emilio, lo ha cedido a la comisión para que este año el adorno de su calle se dedique a esta modalidad de crianza de la clóchina valenciana.

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Los falleros de la comisión tienen un árduo trabajo, amen del dinero que les está suponiendo el traslado y el montaje, lo que esta presupuestado en una cifra sobre los doce millones de las antiguas pesetas.
El clochinero lleva el nombre de María de la Concepción, y en el 2005 fue sacado del mar donde ha permanecido sumergido un año, justamente frente al Muelle Este del puerto de Valencia. Antes de ello, este criadero ha permanecido activo durante 99 años y tan solo existen seis como él en las aguas mediterráneas, el resto, hasta 22, son totalmente diferentes. Para hacerse una idea de lo que allí se va a montar, diremos que su peso al sacarlo del agua era de 58 toneladas y que una vez secado se ha quedado en 39 Tn, que con sus 20,2 metros de largo por 4,12 metros de ancho, ha necesitado de enormes grúas y potentes remolques para su traslado hasta la calle donde se está montando.

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Como datos interesantes, para darnos una idea clara de la realidad, hemos de apuntar que este clochinero, durante esos 99 años, ha estado dando una producción de unos 25.000 kilos de clóchinas por año, que como todos sabemos, este crustáceo, "mitilus gallo provincialis" se diferencia del mejillón en su mejor calidad, ya que el este último es más rojizo y menos sabroso, lo que supone, aparte de lo típico que puede resultar, un manjar para el paladar.
Para completar la instalación, la comisión está montando todo lo que este enorme mole de madera va a llevar acoplado, para que resulte lo más real a lo que fue en realidad, para ello, los falleros están fabricando unas clóchinas enormes que irán prendidas en sus laterales y cada una de ella llevará un tema incluido, como podrán apreciar por las fotos.
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A buen seguro que el resultado será extraordinario y que le espera un interesante premio, lo que no podemos decir lo mismo del destino de este clochinero que de no interesarse la administración quedará totalmente desguazado en cualquier rincón. Su propietario, Emilio, nos apuntaba la posibilidad de que la administración se interesara por él y que su final fuera el de ser restaurarlo y colocado en cualquier rotonda o bien llevarlo al museo naval, porque no hay que olvidarse que esto es parte de nuestro patrimonio cultural y no debiera perderse.

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