La sesión, titulada “Hacer fallas: del aula al taller” reunió en el Foro de Debates de la Universitat de València a Ricard Català Gorgues, asesor de formación del CEFIRE de la Generalitat Valenciana; José Latorre Lleó, maestro mayor del Gremio Artesano de Artistas Falleros, y José Luis Cueto Lominchar, decano de la Facultad de Bellas artes de Valencia.

Los debates fueron inaugurados por el presidente de la Associació d´Estudis Fallers (ADEF), Gil Manuel Hernández, y el concejal de Fiestas del Ayuntamiento de Valencia, Félix Crespo.

El maestro mayor del Gremio de Artistas Falleros, José Latorre, reclamó para las nuevas generaciones de artistas falleros “una formación de la cual ahora carecemos”, puesto que la situación actual, “con la formación en los mismos talleres, no se puede continuar manteniendo. Los artistas del futuro, los cuales tienen que hacer las fallas del 2020 o del 2030, tienen que salir mejor formados”.

Aseguró también que las fallas no son un lugar cerrado a otros profesionales, como por ejemplo diseñadores gráficos o arquitectos, puesto que en los últimos años han sido numerosos los casos de fallas que se han hecho con la participación de estos especialistas.

Aunque reconoció que algunos artistas falleros son reacios a colaboraciones externas o a establecer una formación reglada, Latorre afirmó que el colectivo “no se puede quedar anclado en la época medieval y tiene que evolucionar”.

Recordó que en actualmente los artistas falleros forman un colectivo de 300 profesionales con un volumen de facturación anual de unos 15 millones de euros, únicamente en trabajos para fallas, sin incluir en esta cifra la economía generada en otros sectores relacionados con la fiesta.

Ricard Català Gorgues, asesor de formación del CEFIRE, aseguró que la sociedad valenciana dispone actualmente de los instrumentos adecuados para ofrecer la mejor formación a los artistas falleros, que pueden encontrar en el grado de formación superior el instrumento más adecuado.

Català Gorgues insistió que el actual oficio de artista fallero reúne todas las posibilidades para iniciar una formación reglada que combino competencia y calificación, y que a la vez subrayo la potencialidad económica del sector y hago hincapié tanto en el espíritu emprendedor como en la capacidad empresarial.

“El artista fallero -afirmó Ricard Català- tiene que conocer, además de las técnicas del oficio, el mundo de la empresa y del marketing. Desde la formación profesional se puede dar respuesta completa a las necesidades formativas de los artistas falleros”.

José Luis Cueto Lominchar, decano de la Facultad de Bellas Artes de Valencia, reclamó flexibilidad entre el mundo de la universidad y de los artistas falleros para establecer puentes de ida y retorno que permiten establecer fórmulas de colaboración.

Cueto Lominchar destacó “el potencial brutal” de los artesanos falleros y aseguró que, si estuvieron localizados en otro ámbito geográfico, “serían conocidos mundialmente”, aunque lamentó que aquí “no valoramos el que tenemos en casa”.

Recordó que el taller de Manolo Martín reunió ya hace décadas artistas de todos los frentes que dejaban sorprendidos personalidades como por ejemplo Class Oldemburg o Miralda. Y en este contexto, propuso poner fin al divorcio que tradicionalmente ha existido entre alta y baja cultura.

“Me parece un error y un horror hacer una impugnación global de la fiesta fallera”, afirmó José Luis Cueto, quién insistió a continuación en la necesidad de establecer un diálogo que facilitara que en las fallas  hubiera proyectos más diversos, aunque esto no significa, aseguró, que “una perfomance pueda sustituir una falla”.