El precio de un taller de aproximadamente 400 metros cuadrados es de 1.200 a 1.500 euros al mes.

El próximo mes de julio de 2013 se cumplirán cincuenta años desde que se constituyera en 1963 la compañía Ciudad del Artista Fallero S. A. con el fin de acometer las obras para la realización de la Ciudad del Artista Fallero, un aniversario que de no remediarlo, se podría llegar a conmemorar con un responso más que con una placa conmemorativa.

El 17 de marzo de 1965 se pondría la primera piedra de un proyecto urbanístico donde se destinaría más de 90.000 metros cuadrados distribuidos entre las 1.200 viviendas planificadas, bajos comerciales, un local social como sede gremial, una iglesia y casi una tercera parte de la superficie total destinada a la construcción de naves industriales para la realización de fallas. En apenas tres años, de aquel polígono fallero compuesto por algo más de medio centenar de naves habían salido ya 30 fallas. Cincuenta años después no podríamos calcular el número exacto de la intensa producción fallera surgida de este carismático e histórico enclave, sólo podemos saber que para las Fallas de 2013 no llegarán ni a la mitad las naves que destinarán su cometido a este fin, siendo quizás las últimas fallas en la Ciudad Fallera para varios artistas, que como los que ya se marcharon, sondean nuevas instalaciones en las que desarrollar su oficio.

Los motivos son claros. Los precios de compra y alquiler de aquellas naves soñadas por Regino Mas desde los albores del Gremio Artesano de Artistas Falleros se han hecho prácticamente prohibitivos para los artesanos falleros.

Mientras en muchos polígonos cercanos a la ciudad de Valencia el precio de alquiler podía rondar el euro por metro cuadrado de modernas, dotadas, actualizadas y más amplias naves, en la Ciudad del Artista Fallero este precio se duplica o triplica, de 1.200 a 1.500 euros por 400 metros cuadrados de media sin una contraprestación aparente más allá que su privilegiada ubicación.

Nadie puede negar que una sociedad de libre mercado permite al propietario poner el precio que crea oportuno a su propiedad. El problema viene cuando un polígono destinado exclusivamente en su origen a la construcción fallera se liberaliza sin ninguna excepcionalidad. Donde no alcanza la maltrecha economía fallera, sí puede pagar el precio fijado otro tipo de empresas o entidades privadas, de ahí que nos encontremos que la casi totalidad de las naves se encuentran ocupadas, desvirtuando eso sí, el espíritu y la historia para la que fueron creadas.

En la Ciudad del Artista Fallero muchos sitúan el comienzo del error en la segregación del terreno cedido con cada una de las naves. De esa forma cada trozo se convirtió en una propiedad individual.

Hoy en día, además de talleres de fallas y carrozas, hay almacenes de diversas índoles, empresas de publicidad e incluso dos iglesias de diferentes cultos. Desde el Gremio de Artistas Falleros han sido múltiples las voces que han clamado por un suelo exclusivamente artesano y la denegación de actividad a las empresas ajenas a la profesión. Podemos recordar la petición expresa del propio maestro mayor, José Latorre, a la alcaldesa de la ciudad en su discurso de la fiesta gremial del 1 de mayo de 2006. Igualmente han sido varias las iniciativas expuestas en el consistorio valenciano, tanto para la autorización expresa de la actividad fallera exclusivamente, como para la ampliación de las naves artesanales en los terrenos anexos únicamente con este fin.

La última sería la realizada por el grupo municipal socialista firmada en octubre de 2011, donde se solicitaba a la Comisión Municipal de Urbanismo un informe sobre la viabilidad técnica y jurídica de la limitación de usos, y en su caso el coste indemnizatorio que podría suponer.

Un año después llegaría la contestación municipal, y la voluntad política en tantas ocasiones expresada retornaría cual bumerán al tejado de los artistas falleros. Quedaba en ellos y en el diálogo con las partes.

Para el Ayuntamiento de Valencia el ordenamiento actual indica que el suelo está tipificado para uso industrial y de almacén, y como ya indicaran en 2006 “El Ayuntamiento no puede condicionar en la Ciudad del Artista Fallero los usos a la actividad exclusivamente fallera”. Esto no exime la posibilidad de modificarlo. El propio Ayuntamiento reconoce la potestad de hacerlo, no existiendo inconveniente desde un punto de vista jurídico, pudiendo modificar el planeamiento y redefinirlo vía el “ius variandi” de la administración en base al interés público de la medida. Algo que ya se ha hecho en otras ubicaciones. El problema se centraría en la devaluación del precio del suelo, y la atención a las posibles reclamaciones judiciales de los legítimos propietarios, algo que en otros casos no ha entrado en juego.

Volvemos de esta manera al “vil metal”, cuya cuantía o valor dependerá de la consideración particular que le tengamos al epicentro histórico y artesanal de una fiesta que quiere ser declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Por todo ello, desde el consistorio trasladan la pelota a los tejados de las naves falleras, recomendando un acuerdo con los propietarios afectados para poder llevar a buen término la operación. Por decirlo sin tecnicismos, la “voluntad política” se convierte en que mediante el diálogo los artistas convenzan a quienes cobran seis, para que “por amor a la tradición” pasen de esta forma a cobrar dos.

Por ello hemos querido conocer la opinión de los propios artesanos falleros. ¿Será el cincuenta aniversario del proyecto la fecha en que se comience a escribir el epitafio de la Ciudad del Artista Fallero?

Ciudadfallera02
El valor de una nave con opción a compra se suele situar en los 300.000 euros.

Problema de difícil solución

Los artistas falleros son los directos implicados en este camino tortuoso hacia una solución. Fede Ferrer llegó a la Ciudad del Artista Fallero después de trabajar durante muchos años en talleres fuera del polígono artesano. Actualmente ocupa la nave que en su día fue obrador del maestro Vicente Agulleiro. Ferrer ha optado por quedarse una nave de la ciudad por un motivo principal. “Yo lo tengo muy fácil porque estoy cerca de casa, de la cooperativa, y el transporte de fallas es mucho más sencillo, eso también hay que tenerlo en cuenta”. El artista paga un alquiler actualmente, pero cuestionado sobre el posible precio de mercado que tendría la nave con opción a compra, afirma que el valor sería superior a los 300.000 euros.

Ciudadfallera03

Este año Ferrer ha cerrado contratos con media docena de fallas, de presupuestos que oscilan entre los 42.000 y los 9.000 euros. Ese presupuesto total no abarca apenas el que necesita para mantener abierto con tres trabajadores fijos, más el gasto generado en alquileres, permisos, tasas y materiales. “Para tener un taller como el mío hay un gasto de casi 12.000 euros al mes. En estas condiciones no sé cómo acabaré el año, porque el beneficio que se obtiene es cero y eso que intento amarrar todo lo que puedo”.

Jordi Palanca vive profesionalmente en la Ciudad del Artista Fallero, aunque en sus inicios tuvo el taller fuera de ella. Y con la situación actual empieza a pensar de nuevo en emigrar a otros polígonos fuera de Valencia. “De momento no me voy, pero no lo descarto dada la situación y la contratación a la baja de fallas. El gasto mensual no lo cubres con la cantidad de trabajo que tenemos ahora y los presupuestos. Si esto sigue así, con estos precios, lo veo muy mal”.

Ciudadfallera04

El artesano es de la opinión que “el Ayuntamiento no ha hecho nada para evitar este desgaste”. Y es que indica que hemos llegado a un momento límite. “A nuestra maestra mayor honorífica parece que no le ha importado salvaguardar la Ciudad del Artista Fallero”, apostilla.

Ximo Esteve es otro de los habitantes del polígono, pero en este caso propietario de la nave. Para él todo se resume con una frase. “No nos van a tirar, nos vamos a tener que ir”, debido a las trabas que se le está poniendo continuamente a la profesión de artista fallero. “Les están dando la razón a los que sólo quieren fiesta”.

Ciudadfallera06

En cuanto a la situación de la Ciudad del Artista Fallero, también va unida al momento de crisis y el futuro de una profesión. “Tengo la empresa, la infraestructura, los clientes, pero mis hijos no pueden trabajar en esto”.

El equipo de José Latorre y Gabriel Sanz tiene su taller en la Ciudad del Artista Fallero desde hace 26 años. El taller es alquilado, pero “tenemos aquí mucho invertido, y a día de hoy no nos iríamos”. Este año realizan ocho fallas que abarcan de la 1ªA a la 6ªC. “Los presupuestos han bajado y por eso tenemos que hacer más que el año pasado”. Gabriel Sanz opina que “el polígono no le importa a nadie más que a los propios artistas falleros. Creo que para todo el mundo los artistas no existimos hasta que llegan las fechas de fallas”. Además, sostiene que “no han demostrado con ningún hecho que les importamos, a ninguna institución”.

Ciudadfallera05

Para Latorre, que además es maestro mayor del Gremio de Artistas Falleros, la solución reside en “que se pongan de acuerdo los dueños de las naves para que el Ayuntamiento regule la actividad del polígono”.

También recuerda que quizá esta situación se podía haber evitado en su momento, ya que “se tenía que haber constituido un patronato entre artistas, Ayuntamiento y propietarios para velar por el uso del polígono”. Algo que no se hizo.

 
El evento "Ciudad Fallera Pop Up" ha sido una de las iniciativas orientadas a la revitalización de la ciudad.

En busca de la revitalización

La revitalización es uno de los objetivos de las iniciativas que recientemente han salido a la palestra y han tomado la Ciudad Fallera como marco. Una de ellas es “Ciudad Fallera Pop Up”, un proyecto en el que el mundo de la moda se acercó al arte fallero a través de grandes marcas, diseñadores de prestigio internacional, actuaciones, música y cultura.

Esta iniciativa llegó de la mano, curiosamente, de uno de los nuevos habitantes de la Ciudad del Artista Fallero que no hace fallas, la empresa Uvedeuve Comunicación, que trasladó al Gremio de Artistas Falleros la posibilidad de esta iniciativa, en la que se ha contado con la colaboración del Ayuntamiento de Valencia a través de la red Vit Fallas de innovación en el sector fallero.