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Actualidad Fallera Nº 259 - Junio 2012

A nadie se le escapa que la ciudad de Valencia se ha convertido en un destino turístico internacional. Su ciudad, sus playas, su gastronomía, su climatología, y por su puesto sus gentes, son algunos de los pilares básicos que conforman una oferta turística de primer nivel. Los valencianos en general, y los falleros en particular, somos conocedores de los atractivos de nuestra tierra, pero ¿realmente estamos rentabilizando nuestro potencial e inversión?

Sin lugar a dudas la fiesta fallera es base imprescindible en nuestra economía. Al igual que diversos sectores productivos, los falleros como colectivo y de forma particular, son accionistas de una "empresa" denominada Fallas que genera cada año cifras en ocasiones incalculables, y que son el sustento de multitud de familias. Indumentaristas, artesanos falleros, bandas de música, pirotecnia, bares, restaurantes, hoteles, transporte, y un largo etc de sectores, tienen en las fallas o bien su medio de subsistencia fundamental, o unos ingresos cuantitativos que merecen ser recordados con el fin sentar unas bases de reciprocidad mutua. En estas breves líneas mostramos algunos datos sobre los que habría que profundizar en pro de un estudio económico actual, y sus consecuencias directas sobre el colectivo fallero.

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Las Fallas como empresa

La rentabilidad económicamente hablando, de la empresa “Fallas" no sólo es rentable a sus promotores, los falleros, y que al fin y al cabo no obtienen dividendos, sino principalmente a todos los que de ella reciben claros beneficios. Desde las arcas municipales, autonómicas o nacionales, y su correspondiente repercusión en los servicios de toda la ciudadanía, a las diversas empresas que estos o sus “clientes” contratan.

A pesar de ello no dejamos de escuchar ciertos tópicos que circulan habitualmente en boca de quien no ven en las fallas más que una simple fiesta, como hablar de una quema de dinero injustificable en la época actual, y que encima dispone cada año de ayudas institucionales. Unos comentarios que se desmoronan al instante al comprobar la productividad económica que suponen las fiestas falleras con tan sólo utilizar una sencilla calculadora. La ignorancia manifiesta de estos indocumentados queda en entredicho con dos sencillas operaciones aritméticas, la suma de gastos repercutidos, frente a la resta de los ingresos obtenidos.

Pero la sociedad actual se enfrenta a nuevos retos. La situación económica y la defensa de unos intereses que den algo de luz a un futuro tan próximo como incierto, queda patente con la apuesta continua en la búsqueda de generar ingresos, de generar riqueza. Todos los días encontramos noticias donde grandes ciudades pujan por obtener la organización de un gran evento, sea deportivo, cultural, empresarial, o de cualquier otra índole que genere unos ingresos extras a las maltrechas economías actuales.

Estas propuestas son avaladas de inmediato con abrumadoras cifras del impacto económico repercutido. Una olimpiada, una carrera de Formula I, un parque temático, o un simple congreso, son vendidos al mejor postor a sabiendas de que su organizador verá compensados sus gastos con una mejora de sus infraestructuras, creación de empleo, o beneficio directo en establecimientos hoteleros, gastronómicos, o comercios de diversa índole.

En esos instantes nadie recuerda o compara, que en Valencia capital, así como en multitud de localidades de nuestra comunidad, tenemos un evento propio, las Fallas, que sin subastas o concurso previos, tenemos asignadas año tras año a prácticamente “coste cero", generando idénticas cifras o incluso superiores, a las referidas en los anteriores casos, pero con una sencilla diferencia, sus promotores no reciben ni beneficios fiscales, ni compensación alguna, por quienes explotan una realidad económica de un producto que les llega caído del cielo sin inversión alguna.

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La Valencia turística

Turismo Valencia, fundación privada participada por empresas e instituciones valencianas, nos informa cada año de unas estadísticas que nos dan a conocer en cifras una pequeña parte de la realidad de nuestra ciudad.

En base al informe del pasado año, podemos leer como una ciudad como Valencia, de unos 850.000 habitantes aproximadamente, 1.500.000 si incluimos su área metropolitana, viene aumentando de forma paulatina su oferta turística, alcanzando en el año 2011 un impacto económico superior a los 1.500 millones de euros, cifra nada desdeñable para los tiempos que corren, pero a buen seguro inferior a lo que se podría alcanzar.

Estas cifras no engloban la totalidad de la realidad económica fallera, pero si una base importante incluida en esta, contrastada, y diferenciada por sectores.

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La Hostelería en alza

De estos 1.500 millones de euros nos encontramos que el 49 % de la cifra mencionada, viene referida en la partida de alojamiento. Valencia y su área metropolitana oferta actualmente aproximadamente 20.000 camas, alcanzando los 3,9 millones de pernoctaciones anuales, un 8%  superior a las registradas en 2010, suponiendo más de 2.000 empleos directos en el sector hotelero.

La cifra media de ocupación hotelera mensual oscila entre el 37% del mes de diciembre, y el 76% del mes de agosto. El mes de marzo es con un 65% el sexto mes de ocupación, incluyendo en este porcentaje la semana fallera, cuya ocupación hotelera alcanza prácticamente el 100%. De no ser así el porcentaje disminuiría evidentemente. Desglosando de forma particular los datos ofrecidos por Turismo Valencia podríamos llegar a una conclusión, que sin estar presente en estadística alguna, son más que evidentes.

Si aproximadamente el 50% de 1.500 millones de impacto económico anual corresponden a la partida de alojamiento, esto supone unos 750 millones anuales de ingresos, que divididos equitativamente entre 12 meses, nos dan una media de 62,5 millones mensuales. Si seguimos desglosando estos guarismos nos da que pensar que en apenas tres días, y gracias al incremento de visitantes generado por el colectivo fallero, las empresas hoteleras de nuestra ciudad se embolsan una cifra nada despreciable de unos 2.400.000 €, resultado obtenido de las 8.000 camas de más ocupadas respecto a la medía, a razón de 100 € al día, y multiplicadas por tan sólo tres días. Aunque realmente sería más justo ampliar estas cifras, dado que a buen seguro las restantes 12.000 camas disponibles no serían ocupadas en su totalidad si no fuera por la actividad festiva, por no entrar a valorar el mayoritario grupo de visitantes que no pernoctan en establecimientos hoteleros, pero si generan un gasto directo en los establecimientos hosteleros.

A buen seguro estos números serán cuestionados por los profesionales del sector, a nadie le gusta hablar de dinero cuando se refiere a beneficios, pero como les indicamos anteriormente, tan sólo vienen derivados de desgranar la madeja de unos datos ofrecidos por una entidad avalada por más de veinte años de trabajo.

La gastronomía es otro sector en continua evolución. La cada vez mayor oferta culinaria, tanto en diversidad como en calidad, alcanza actualmente la cifra del 29% del cómputo global anteriormente establecido, siendo igualmente significativo el "agosto" realizado en la semana fallera, donde tanto los locales céntricos como los pequeños establecimientos de barrio, abarrotan sus salones o multiplican sus terrazas por la evidente demanda, por no hablar de los incrementos en sus precios. Siguiendo la misma regla de tres que en el supuesto anterior, podríamos realizar el desarrollo de estas cantidades, hasta llegar nuevamente a unos beneficios directos sobre un buen número de empresas, gracias igualmente al trabajo anual que realiza el colectivo fallero.

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El transporte

Valencia es un hervidero humano gracias a su diaria actividad, pero al margen del transporte, digámosle urbano que frecuentan sus convecinos, el turista o viajero que llega a nuestra ciudad por motivos diversos utiliza mayoritariamente, en el caso del turista o viajero nacional, el vehículo propio en un 57,3% o en caso del internacional el avión en el 76,3% de los casos. El trasporte aéreo alcanza actualmente una cifra anual cercana a los 2.500.000 de usuarios.

Esta tendencia, y sobre todo en el caso nacional, o provincial, contiene diversas cifras que nos dan a conocer el volumen de visitantes. Por ejemplo tenemos el caso del transporte ferroviario.

Según la Delegación de Comunicación, Marca y Publicidad de Renfe, entre el 14 al 20 de marzo de 2012, y entre trenes de Alta velocidad, Larga distancia, Trenes transversales, Media distancia y Cercanías, alrededor de 2 millones de personas subieron o bajaron en la ciudad de Valencia. Trenes con el AVE Madrid-Valencia tuvieron que reforzar su oferta, como sucede habitualmente en los trenes de cercanías.

Una oferta en alza es también la que accede a la ciudad vía cruceros. En 2011 se alcanzó una cifra cercana a los 400.000 cruceristas, y las previsiones pretenden llegar en 2020 al millón de visitantes a través del mar.

Un sector del trasporte igualmente beneficiado en gran medida sería el sector del taxi, difícilmente cuantificable, como más complicado de cifrar siendo el mayoritario, es la de turista o viajero que acceden a la ciudad en su vehículo particular.

 

¿Qué beneficio obtiene el fallero?

A pesar de que las cifras no son ciertamente concluyentes, se puede realizar un promedio relativamente ajustado a datos, para considerar que durante cuatro días, los comprendidos entre el 16 y el 19 de marzo, la ciudad de Valencia acoge entre turista y excursionistas un número aproximado a los 2.000.000 de visitantes, independientemente de que estos ocupen o no las 20.000 plazas hoteleras dispuestas entre la ciudad de Valencia y su área metropolitana, pero no por ello dejan de dinamizar bares, restaurantes, o los diversos comercios de nuestra ciudad.

Es curioso que al día de hoy, quienes mayoritariamente se han dado cuenta de este “filón” hayan sido empresarios de fuera de nuestra comunidad. Es difícil no encontrar un puesto de churros por los diversos barrios de nuestra ciudad, o un entretenido feriante que venidos en ocasiones de localidades alejadas en cientos de kilómetros de la capital del Turia, negocian directamente con las comisiones ofertándole un porcentaje o cantidad preestablecida por explotar apenas 20 metros cuadrados de su demarcación. No es cuestión de anteponer las porras sobre nuestros tradicionales buñuelos, pero si contrastar la forma de plantear un negocio, y sus correspondientes contraprestaciones sobre el legítimo propietario de la materia prima, el fallero.

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Federación Empresarial de Hostelería de Valencia

Hace apenas unos días esta redacción tuvo el placer de compartir mesa con los representantes de la Federación Empresarial de Hostelería de Valencia con el fin de conocer de primera mano la postura de unos profesionales que al día de hoy busca acercar posturas entre dos sectores condenados a entenderse, las fallas y sus representados. Les invito desde estas líneas a escuchar íntegramente el coloquio realizado en TapaVid, y que tienen a su disposición en el canal de podcast de nuestra web www.actualidadfallera.es

Este coloquio sería destinado exclusivamente a conocer aquello que pudieran ofrecer al colectivo fallero desde un sector tan importante como directamente beneficiado en nuestra ciudad gracias a la fiesta fallera.

La declaración de intenciones quedó claramente establecida desde la primera respuesta. Para Javier Baixauli, gerente de la Federación Empresarial de Hostelería de Valencia “las fallas son las fiestas principales de la ciudad de Valencia, y un punto de referencia primordial para sacar la mayor rentabilidad posible, necesitando para ello poder explotarlas más allá de la semana fallera”

Aceptando sin reparos esta apreciación, se pondría sobre la mesa que los falleros llevan cientos de años ofreciendo un producto que pagan de sus bolsillos, sin más contraprestación que un anuncio de llibret, o una colaboración aislada, queriendo conocer cómo podrían salir beneficiados ambos colectivos.

Desde la federación profesional entienden que existen dos niveles diferenciados, por un lado el pequeño empresario, directamente vinculado con su barrio y que ya colabora con las comisiones con la inserción del anuncio de llibret, como Fallero de Honor, etc. mientras por otra lado proponen aportar ideas, modernizarse actualizando la oferta “si nos organizamos podemos sacar un beneficio para las fallas, organizar rutas para visitas los monumentos falleros, los museos, hasta los concurso de paellas. Las Fallas son turísticamente explotables, y se pueden configurar productos que generen ingresos durante los 365 días al año, visitas al museo fallero, a los talleres, o ubicar una falla permanente”

El acuerdo aislado con ciertas comisiones podría quedar lejos de beneficiar al colectivo, es necesario alcanzar un entente global para llegar a los falleros.

“Es un momento para ser transgresor, la hostelería se está adaptado, hemos modificado nuestras formas de trabajo y debemos hacer un reflexión para implicar al turista en la propia fiesta para que aporte unos ingresos, no con unos gravámenes, sino produciendo ingresos alternativos al colectivo fallero más allá del ya existente”

La conversación como era de esperar no llegaría a ningún acuerdo, pero hay una clara voluntad de ello por un beneficio común. Hay mucho camino por recorrer, aunque quizás sólo tres preguntas que resolver: ¿Cómo? ¿Cuánto? Y, principalmente, ¿con quién?


Señores/as falleros/as:

Discúlpenme al dirigirme a ustedes directamente para finalizar este artículo, pero no puedo concluir sin realizar mi particular reflexión. ¿Cuándo nos daremos cuenta de lo qué tenemos? ¿Cuándo nos daremos cuenta de lo que estamos perdiendo, o a lo que podemos aspirar? Dejemos de mirarnos el ombligo, de debatir de lo humano y lo divino, de la disyuntiva entre banda o caramba, o si estamos en la Interagrupación o en la Unión. Todo es importante, pero deben existir prioridades, y más en los tiempos que corren. Unámonos para defender nuestra fiesta, la que nosotros nos pagamos, y que rentabilizan principalmente otros. ¿Qué hace falta un Congreso? pues vale, pero de falleros, y para falleros. Organizado por estos, y si es preciso, que yo diría que necesario, al margen de JCF. Sin miedo ¿por qué no? Donde se hable de estos temas, y de los que sean menester. Donde se pierdan las horas que sean necesarias para llegar a un frente común que defienda en conjunto nuestros intereses y esfuerzo. Existe vida más allá de Monteolivete. Como su nombre indica, JCF es un ente autónomo "DEPENDIENTE" del Ayuntamiento de Valencia. Representa al consistorio para organizar, no a los falleros, quienes no pueden decidir ni que de su presupuesto salga una partida económica para encargar un estudio de impacto económico serio y concienzudo. El futuro de nuestro fiesta, insisto, la que nosotros nos pagamos, pasa constantemente por nuestro lado, mientras esperamos que nos traigan a la puerta de nuestros casales las decisiones salomónicas. ¿Es realmente esto lo que queremos?

 

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