altLo siento mucho si a nuestro concejal le molesta el término, pues con todo respeto hacia su persona, y al cargo que ocupa, ningunear significa no hacer caso a alguien o no tomarlo en consideración, o en una segunda acepción, que no es la escogida, menospreciar a alguien. Esto es en cierta medida, como diría la presidenta de la falla Almirante Cadarso-Conde de Altea, y a su vez de la Federación de Fallas de Especial, el sentimiento que invade a muchos falleros. Por lo tanto, el término además de lógicamente respetable, es objetivamente razonable.
No sólo no se ha contado con las fallas, ni se ha tenido en consideración lo que significan, al margen de lo que simbolizan, sino que además parece ser que los falleros pagaremos los platos rotos en mayor cuantía que el resto de los mortales.
Los números son claros y rotundos, un recorte de un 10% en todas las partidas presupuestarias. Entraré a valorar más tarde la ilógica a mi entender de esta postura ante el caso que nos ocupa, pero en primer lugar decirles que según presupuesto 2009 del Excelentísimo Ayuntamiento de Valencia, la dotación presupuestaria en la partida de Subvención Especial Fallas ascendía a 2.600.000 euros. Para el presupuesto de 2010 esta cantidad se situaría en 2.210.000 euros, o lo que es lo mismo, un 15% menos de lo presupuestado en 2009, 390.000 euros exactamente.
Para el ejercicio 2011 nos informan de una posible reducción del 10% en todas las partidas, esto supondría un recorte de 221.000 euros sobre la cantidad ya recortada en 2010, pero esta vez no se ajustaría de igual modo, sino que se establecería sobre el porcentaje de subvención aplicado hasta el momento, el 25% del valor declarado. De esta manera, y por el antiguo arte de “birlibirloque” la cantidad a restar se ha transformado de un 10 a un 40 por cien de la remuneración.
Para muestra un botón, si usted declaró 10.000 euros por su falla, en 2010 recibió 2.500 € de subvención de las arcas municipales, si a ese baremo le aplicamos en 2011 un 15% de subvención usted recibirá 1.500 €, o lo que es lo mismo un 40% menos que en el ejercicio anterior.
No hay que ser discípulo directo de Tales de Mileto, Pitágoras o Euclides para entender que una reducción del 10% en esta partida supondría realmente establecer un porcentaje  del 22,5% sobre el montante declarado, y no el 15% anunciado.
Sintiéndolo mucho, la posibilidad expuesta ni es equitativamente justa, ni de recibo, y si me apuran, raya en la segunda acepción del susodicho término preliminar.
Y ahora, como en las sevillanas, voy por la segunda. Siento discernir con quienes como el presidente de la Interagrupación o el Maestro Mayor del Gremio entienden como lógico o entendible el recorte dados los tiempos que corren, amén de otros iluminados que se suben al carro del populismos sin analizar dos minutos la situación, allá ellos con su conciencia, la particular y la colectiva en lo referente al sector económico valenciano. Lo siento mucho, pero respetando su opinión, yo ni la veo, ni la comparto.
De las fallas se ha dicho que si no existieran habría que inventarlas, y no sólo por su belleza, singularidad, o diversión, sino por su rentabilidad económica.
No hay que irse muy atrás en el tiempo para recordar las palabras de Arturo Virosque Ruiz, presidente de la Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Valencia, conocedor en profundidad de la realidad económica de nuestra ciudad, quien afirmaba que la inyección de ingresos repercutidos en sectores como la hostelería, restauración, comercio, o transporte, podrían llegar a superar fácilmente los 600 millones de euros. O que peluqueros, floristas, salas de fiesta, espectáculos, seguridad, limpieza, tintorerías, iluminación, fotografía, pirotecnia, artes gráficas, confección, etc., suponen un volumen de negocio superior a los 55 millones de euros, e incluso llegaba a aseverar, que la actividad fallera constituye un motor adicional para la economía de la ciudad de Valencia, siendo un pilar básico para la supervivencia de actividades artesanales.
Todo esto se resume muy fácilmente, las comisiones falleras no sólo queman dinero como se emperran en recordar aquellos desinformados de turno, sino que lo producen día a día desde los bolsillos particulares de más de 100.000 falleros. Todos y cada uno de ellos son copartícipes de una de las empresas más rentables de la actual economía valenciana, y que como ya dijera en otro momento, no sólo no debe soportar ningún recorte, sino que además debería recibir mayor inversión pública, como en otros sectores productivos se ha realizado, para garantizar la supervivencia de los más de 8.000 empleos que soporta, alcanzando una cifra de más de 90 millones de euros anuales en salarios, y casi 30 millones de euros en aportaciones a la seguridad social o la hacienda pública, de cuyos ingresos se beneficia toda nuestra sociedad, falleros y no falleros.
No se puede ni se debe caer en la demagogia fácil y el comparativo zafío, la conciencia de los falleros y falleras está a salvo de toda duda.
Los economistas citan la fecha del batacazo económico actual en los meses de septiembre/octubre de 2008. Los falleros comenzaríamos a verlo el pasado ejercicio de forma sutil, bajas, anuncios de llibret, que si el concurso de teatro, que si el de presentaciones, que si ahora hay que pagar 125 euros por cada equipo de pelota valenciana, etc. Y ahora es nuestro Ayuntamiento quien parece ser se dio cuenta de la situación económica actual, sería hace apenas quince días, pues sin ir más lejos el 18 de mayo se firmó el pliego de condiciones por valor de 32.000 euros que supone la cuantía del crucero por el Mediterráneo de nuestra Fallera Mayor y su Corte de Honor. Cantidad insignificante, pero superior al 25% de la cuantía recibida por las 26 fallas que ocuparon la sección 7ªC de las fallas de 2010.
Nunca es tarde para ajustar la política de gastos, pero todo en su justa medida y racionalizando los conceptos.
Y como diría el presidente de Junta Central Fallera y concejal de Fiestas y Cultura Popular de Ayuntamiento de Valencia el pasado 30 de abril en la Gala de los Artistas Falleros, hay que trabajar por el monumento como centro de la fiesta, y quien no lo hace así no trabaja por las Fallas. Será otra fiesta, pero no serán las Fallas. Y así es.