Julio okEuropa, tan lejos y tan cerca. Ejemplo de gestión cuando nos interesa, y lugar donde la demoniaca tasa turística es común en países como Francia, Alemania, Italia o Croacia.

Destinos turísticos referentes a nivel mundial, como Baleares, donde en 2016 se implanta el Impuesto del Turismo Sostenible. Una Ecotasa, según la administración autonómica, para recaudar fondos con los que minimizar el impacto del turismo masivo en la naturaleza, cuya recaudación, en principio, se destina a inversiones para su conservación.

Un impuesto que recae exclusivamente en quienes se alojan en establecimientos turísticos. Cuantía variable según fecha, tipo de alojamiento y número de personas. En 2022, cuatro euros al día para establecimientos ‘de lujo’; tres para la gama media; dos para cruceristas, hoteles y apartamentos económicos, y un euro por persona y día en campings u hostales. Los menores de 16 años están exentos.

En 2016, y según datos oficiales, desembarcaron en las islas, 15.395.718 turistas, un 10,8% más que en 2015. Tres años después, en 2019, último ejercicio completo computable debido al Covid 19, fueron 16.453.697 los turistas. La estimación recaudatoria para 2022 es de 140 millones, superando los 120 millones de 2019, y cuyo 10% de IVA recae en la administración pública.

La Comunitat Valenciana no es Baleares, evidentemente, pero en 2022 la previsión es superar 2019 con 9,5 millones de turistas, sólo internacionales.

Ahora viene la pescadilla que se muerde la cola. De lograr su implantación, vía ayuntamientos, una Junta Central Fallera fuerte, autónoma, podría exigir de tú a tú a la administración una parte de ese pastel en lo que al mes de marzo concierne, con la consiguiente retroacción y apoyo a la supervivencia del sector, aumentando el beneficio de quienes niegan la propia tasa. Por contra, una JCF política hará aquello que ‘beneficie’ a sus gobernantes. Intereses que no tienen que ser coincidentes con los falleros. Lo evidencia la negativa votada hace apenas unas semanas por ciertas formaciones políticas, que, en su batalla partidista, irían claramente en contra de los intereses falleros, y de los de Valencia capital más que de otros, según el reciente informe. A poco que leamos comprobaremos también los diferentes discursos de un mismo partido según provincias.

Intereses políticos que condicionan los festivos. Veamos lo que sucede en Alicante, en principio ‘independientes’. Abril de 2019, el presidente de la Federació de les Fogueres de Sant Joan dimite del cargo para presentarse a las elecciones. Es el actual concejal de Fiestas. Foguerers y barraquers eligen a su sucesora. En dos años su situación laboral cambia, opositando legalmente a una plaza municipal que finalmente logra. Empleada municipal y presidenta de una federación que ‘negocia’ el devenir de la fiesta con su antecesor en el cargo festivo. En las pasadas Hogueras, y a la orden del alcalde, la presidenta de la Federación de Hogueras es quien impide una fotografía por el hecho de tener detrás unas pancartas en contra del presidente del Hércules, el señor de las fotos en trikini con la anterior alcaldesa, casualmente del mismo partido que el actual alcalde, y en un acto donde nada tiene que ver la propia Federación.

Reflexionemos sobre churras y merinas. Lo político, los intereses de unos y el ninguneo a otros. Apostar o no por unos ingresos ajenos a nuestros bolsillos que pueden sentar unas bases de futuro. Fórmulas pueden ser cientos. Informes también. Hechos a medida o de interés global. Como contabilizar sólo pernoctaciones, un error y un agravio comparativo. Hablar en un Estudio con dinero público de necesitar una mejor gestión de lo recaudado, avergüenza hasta mentarlo. Renunciar de inicio a 53 millones comparando con lo recaudado, y a sabiendas de que aflorando la economía sumergida conlleva mucho más, desmonta cualquier informe si se están cerrando talleres, o simplemente si un tercio pasa de 1,50 a 2,20 euros. Resulta muy cínico que, en una mascletà, de una fiesta pagada por el mayor turoperador de la Comunidad, los falleros, se lleguen a cobrar 5 euros por lata. ¿Qué pasa con esta tasa encubierta que pagamos todos, vecinos, foráneos y promotores?

El discurso catastrofista sobre la Tasa Turística se desmorona con apenas sumar cuatro cifras, encubriendo una batalla política y egoísta. Si pagamos al salir, aún nos pasa poco, si nosotros ofrecemos barra libre.

Aprendamos de las experiencias. Fiscalicemos a quien fiscaliza, no se puede ser juez y parte, y recordemos: son las cuotas de falleros y falleras las que permiten que otros hagan caja a cargo del turista, sin contraprestación alguna. Seamos valientes buscando soluciones en lugar de lamentarnos veinte años más. Felices vacaciones, para todos.