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“Mi experiencia como ebanista la he transportado a las fallas. Nunca he dicho: eso no se puede hacer”. Este ha sido el lema que ha guiado el trabajo de Pepe Henche, profesional de las fallas que siempre se ha considerado uno más del equipo en aquellos talleres donde ha trabajado.

Nacido hace 71 años, desde muy joven se vio obligado a trabajar ante la temprana muerte de su padre. Así con solo 11 años comienza su formación en la empresa de fabricación de muebles de un primo suyo para pasar más tarde a formar parte de la plantilla de una fábrica de muebles de renombre de Burjassot-Godella, donde progresa y aprende el oficio de ebanista hasta que la crisis económica de aquellos años le arrastra al paro.

Ante esta situación, pide ayuda a su ‘vecino’ y amigo Vicente Lorenzo, con el que había colaborado en 1970 en la construcción de fallas infantiles, quien le indica que Ángel Gómez necesita un carpintero. Así comienza su larga trayectoria en la ‘construcción’ de fallas para una extensa nómina de artistas falleros.

En aquellos primeros años consigue el carné de artista fallero, cree recordar que en la convocatoria de 1976: “Nunca recogí el carné. Maruja no dejaba de llamarme para que le llevara las fotos y nunca me acordaba”. Pronto abrió su propio taller y comprendió que era mejor trabajar para otros. Un ‘bou’, generado por una baja laboral forzada, acabó por convencerle, cerró el taller y se dio de baja en el gremio.

El ritmo de la vida para la falla del Doctor Collado de 1982, del mencionado Ángel Gómez, fue su primera falla grande, a la que seguirían otras muchas en los talleres de José Martinez Mollá, Paco Mesado, Emilio Miralles, José Ramón Espuig, Daniel Jiménez Zafrilla, Vicente Albert, Toni Fornes, Ignacio Ferrando, Miguel Ballester y Raúl Martínez ‘Chuky’. Entre ellas se cuentan algunas de sección Especial para Na Jordana, Merced, Pilar, Regne y l’Antiga, así como las del Ayuntamiento de Pepé Martínez Mollà.

Son muchos los momentos que jalonan su recuerdo, comenzando por la experiencia, única, de la falla Na Jordana 1985, su primer trabajo de Especial, llevado a cabo en unas condiciones de labor diferentes y asumiendo el reto de construir la esfinge en vareta, tal como había visto a su referente, Tonín, hacer en la falla del Mundial 82. Era la oportunidad de aplicar sus conocimientos de ebanistería a la carpintería de falla y marcar un estilo al que siempre ha sido fiel: precisión, ajuste, limpieza y pulcritud en su producción. Tanto era así, que nada más iniciar el proyecto pidió a un topógrafo amigo suyo que le facilitara el desnivel de la plaza del Portal Nuevo para así poder construir el carro de la esfinge ajustado al nivel. “Cuando planté el carro, Pere Borrego exclamó “Xé, si està perfecta de nivel”.

Fallero de Guillem Ferrer, antes que artista fallero, le gustan las fallas desde pequeño, pero ha preferido vivirlas desde su comisión y pocas veces ha vuelto a ver las fallas que había plantado.

Su historia fallera está plagada de satisfacciones personales por el resultado de su trabajo: los 550 kilos del duende encima del reloj ocho metros fuera del eje de l’Antiga 2000; el mono sobre una pata de Quart Extramurs del mismo año; el vagón suspendido y cargado de animales de Merced 2010; la cabeza, trompetilla y mano de Duc de Gaeta y todo el centro sobre un sacabutx de 45 centímetros de Regne de Valencia, ambas de 2005, o las alas de la Victoria de Samotracia de la falla del Ayuntamiento 1998.

Son menos los malos tragos. Solo una pieza caída por el ‘añadido’ de última hora de un elemento imprevisto en la Foguera del Mercat d’Alacant en 2011 y las lágrimas derramadas por cansancio, impotencia y premura en la plantà de la falla de la Merced 1996. Lágrimas que actualmente asoman cuando relee su biografía, escrita por su nieto durante el confinamiento.

El trabajo de Pepe Henche puertas adentro ha sido reconocido puertas afuera por su exquisitez y finura. “Me llamó por teléfono: Pepe, he pasado por Berni i Català y al ver las parihuelas (camas) he dicho: esto es de Pepe”.

La historia y la vida de Pepe Henche está marcada, de una forma u otra por el hierro. La presencia del hierro, astilla desgajada de un martillo que le perforó un ojo, acabando en un segundo con su deseo de ser policía nacional a pesar de tener aprobado el primer examen y las pruebas físicas. Y la ausencia de hierro en todas sus estructuras: “El único hierro que yo he usado ha sido la tacha. Tot en fusta”.