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José Navarro Sánchez nació el 11 de mayo de 1956. Cuando era un chaval de 11 años ya ayudaba a su padre como pintor mural, después de no continuar los estudios de Primaria. Pocos años después, con 14, abandona el horno donde llevaba dos años trabajando, justo cuando iban a comenzar las Fallas.

Ya con 18 trabajó unos meses en una empresa papelera de Mislata hasta que un sábado se acercó a los talleres falleros para completar sus ingresos. Le abrió las puertas Giner, se enamoró de lo que allí vio y acabó trabajando para Salvador Gómez Descalzo, uno de los encargados del taller de Regino Mas, en su taller de Marxalenes en 1975, donde pasó el verano tirando de cartón.

Vino la mili y a su vuelta se le planteó la oportunidad de trabajar para Juan Canet o Miguel Esteban. Finalmente entró en el taller de Miguel, el ‘medallas’, donde aprendió el oficio en todas sus vertientes. Tiró de cartón, lijo, aprendió a enmasillar, a juntar, a raspar, a todo, y sobre todo con la ascendencia de Vidallach a hacer moldes de escayola. Como la gran mayoría de trabajadores de los talleres de esa época, y animado por su “maestro”, se presentó al examen para obtener el carné infantil y plantó su falla de examen; una infantil de sección segunda para la falla de la Av. del Oeste, con la que obtuvo un noveno premio.

Once años estuvo trabajando en aquel taller de Marxalenes hasta que llegó la “tentación desde el otro lado del puente”. Miguel Santaeulalia le pidió a su tocayo que le dejara a aquel chaval que hacía moldes para hacer los suyos a los ninots que estaba modelando para “El melic del món” en su taller de Salvador Giner, para Na Jordana 1991. Fue una, dos, tres semanas y Santaeulalia le ofreció seguir con él. “Me tentó con mil pesetas la hora, cuando yo cobraba ochocientas”. Fueron dos años intensos en el taller de Santaeulalia que cambiaron su vida y que se vieron truncados con la muerte de su mujer. Pepe abandonó los talleres de fallas para hacerse cargo de sus hijos y del estanco que hasta ese momento había regentado su esposa. Su sueño de fallas se había ido con ella. Fueron diez largos años hasta que sus hijos se hacían cargo del estanco y volvió a trabajar pintando máquinas industriales en la pista de Silla.

Estamos en 2004, y Pedro Santaeulalia gana el primer premio de Especial en Nou Campanar. Ello le anima a presentarse en Benaguacil y pedirle trabajo. Desde entonces, y hasta 2011, forma parte del equipo que planta Nou Campanar, Plaza de l’Ajuntament, Duc de Gaeta, Sueca y Convento, entre otras. Se convierte en el ‘preparador’ del equipo, el que Miguel Jr. quiere que le prepare de pintura todo lo que pinta para su hermano, el que se queda en el taller a primeros de marzo cuando todo el equipo sale a plantar, con un pintor y un par de lijadores, encargado de acabar todo lo que quedaba en el taller. Eso sí, Pedro le guardaba siempre un saco en la plantà, para cuando llegara lo pusiera en la falla: “Toma c…, este es tu saco”.

Cuando Pedro inicia su ‘descompresión’ le ofrece seguir en la plantilla de su hermano Miguel, pero Pepe decide irse al paro durante dos años y montar una tienda de objetos de regalo.

El veneno de las fallas no cesa y sigue colaborando con otros artistas hasta que el pasado 19 de mayo de 2021 se jubilaba.

Sus recuerdos amontonan grandes nombres de las fallas y también compañeros de trabajo con los que compartió horas y horas. Tono, Bartolo, Luneta, El Francés, Mario el ‘petorro’, Igualá, Fede, Paquito, Luisito Boix, Santes, etc. Multitud de anécdotas y recuerdos, como aquel en el que pintando en la cresta de una escalera de seis metros un compañero se la llevó y le dejó “colgando del pincel…”, agarrado de los hierros de las cerchas del techo de la nave.

Ha disfrutado mucho “montando figuras, es lo que más me ha gustado, prepararlas con masilla y prepararlas de pintura”. Y ha padecido con la lija, ya que eso “es un matapersonas”. Ha acabado muerto de las plantás, “porqué la plantà es muy bonita o muy horrible. Las primeras con Miguel Esteban eran horribles. Hubo un año que hice más de 130 horas en la última semana. Y además ya llegábamos muy cargados de horas y de cansancio.”

A pesar de todo ello, sigue enamorado de las Fallas.