Si organizar de por sí un evento como ‘Una festa per a tots’ supone todos los años esfuerzo y trabajo por parte de las fallas de Especial, esta ‘festa’ que hasta hoy alberga el Tinglado Nº2 de la Marina es, quizá, la más especial de su historia. La que hace 21 en la cuenta particular del evento será recordada como la que ayudó a la reactivación de la fiesta tras su cancelación en marzo a causa de la covid-19.

El propio presidente de la federación, Rafa Mengó, lo ha admitido en varias ocasiones. La ‘festa’ comenzó a fraguarse en el confinamiento con la desconfianza y la tremenda inseguridad de no saber qué nos depara el futuro. Pero todas esas dudas se disiparon en la noche del viernes 25, cuando, entre grandes medidas de seguridad e higiene, la fiesta volvió a vivir un evento participativo. Sí, con mascarillas, con hidroalcohol y toma de temperatura. Esa es la realidad actual y las Fallas han de adaptarse a ella.

Tras el éxito de la inauguración llegó otra constatación de que la reactivación, el reencuentro, el volver poco a poco se alberga en el ánimo del mundo fallero. La mañana del sábado comenzaba con guiñol para los más pequeños, manteniendo distancias de seguridad y asegurando el control de aforo mediante pulseras con chip que los asistentes chequeaban a la entrada de cada espacio expositivo del tinglado. Más de cuarenta voluntarios de las fallas federadas se aseguraban del cumplimiento ordenado de las normas.

En otro de los espacios se desarrolló una feria fallera con sectores productivos relacionados con la fiesta, como la indumentaria y la hostelería, incluyendo también la solidaridad. Y en el espacio de la Casa Ronald McDonald nos encontramos con una curiosidad. Un asistente a la cita cedió a la Casa, para su venta a beneficio de esta, su colección de revistas falleras; una colección en la que vimos abundantes ejemplares de Actualidad Fallera, vendiéndose posteriormente alguno de ellos como pudimos comprobar.

Entre los expositores vimos firmas de indumentaria como Les Barraques, Santet Artesanía y muchos más, o señalados establecimientos como el Restaurante Mediterráneo y el Salón Museo del Artista Fallero.

En otro de los espacios se organizó una feria de coleccionismo fallero. Allí convivían librerías de lance, grandes coleccionistas y publicaciones falleras, caso de las editadas por el Grupo MPG. La revista Cendra, representada por Manolo Sanchis, Hernán Mir y Ramón Estellés, ofreció a los asistentes diversas ediciones de la publicación. Junto a ellas, el Anuario Fallero de 2019 de Actualidad Fallera también asistió a esta cita, donde tampoco faltaron otras editoriales y publicaciones periódicas falleras.

Y muchas caras conocidas. Si de algo se nutrió la mañana fue de rostros del mundo fallero que, pertrechados de la correspondiente mascarilla, no quisieron perder la oportunidad de reencontrarse con la fiesta fallera y sus protagonistas. Porque hubo protagonistas. Los artistas falleros de las fallas federadas asistieron al tradicional coloquio en un espacio con distancias de seguridad que vio como sus localidades se llenaban para escuchar sus opiniones sobre esta crisis económica y social que atenaza al mundo de la fiesta. Al finalizar, retirada de espectadores ordenada por filas y minimascletà para concluir la mañana. Y por la tarde, un desfile de indumentaria valenciana organizado por Giorgio Guillot.

La vida ha cambiado, pero sigue. Ser o no ser no es una opción. Ser es la única alternativa. Poco a poco, con seguridad y precaución, pero sin pausa, las Fallas han de volver.