ImageAhora resulta que las fallas son interesantes para atraer al público. Eso se desprende de las recientes declaraciones de la Asociación de Comerciantes del Centro Histórico de Valencia.
Esto es algo que cualquier fallero de a pie conoce a la perfección, como también lo saben las instituciones que cada año aportan una partida del erario público para tener contentos a los sumisos falleros, o aquellas empresas que aprovechan los días de fiesta para ofrecer su trabajo. Entre ellas la hostelería, ese sector que continuamente pone en tela de juicio los falleros. Esos extraños seres que intentan sobrevivir durante cinco días al cabo del año, cuyos presupuestos están cada vez más mermados por la falta de ingresos, y a quienes cada nueva normativa que surge supone un impedimento más para poder ganarse unas tristes monedas. Unos euros que sólo buscan para revertirlos de nuevo en la fiesta, para poder mantenerla, y si es posible para hacerla más grande, y no para poder codearse con la flor y nata nacional en cenas de a 600 euros el cubierto.
Con ello consiguen mayor difusión, mayor conocimiento de esta nuestra fiesta, y a su vez una mayor presencia de un gran público atraído por una oferta lúdico-festiva que les ofrecen, no nos olvidemos, los falleros. Con sus cuotas, sus rifas, sus gastos diversos, su euro a euro salido de sus precarios bolsillos.
De su trabajo y tesón viven, y en ocasiones muy bien, aquellos que tanto les molesta una churrería, una barra en una carpa, o un horario extraordinario durante cinco días al año.
Y ahora, cuando un nuevo gran acontecimiento llega a Valencia acompañado de un buen número de visitantes dispuestos a dejarse sus preciados euros en la ciudad, nos acordamos de las fallas. No para ofrecerle al visitante una macro exposición donde mostrarle los atractivos de nuestra fiesta, no para venderle la vuelta a nuestra ciudad durante la semana fallera. Somos tan chulos que queremos trasladarles las fallas al mes de agosto, para que ellos sigan chupando de una teta donde no es suyo ni el cencerro, de aquello que el pueblo llano ha creado a base de sus más de 380 comisiones.
Señores de la Asociación de Comerciantes, ustedes tienen sus negocios, y los falleros, si lo trasladamos a términos empresariales tienen el suyo. Si ustedes quieren un producto lo compran al proveedor específico, y si ese producto se llama falla, se lo deben adquirir a su legítimo dueño. Si son empresarios negocien, dejen de explotar unos recursos que no son suyos a cambio de nada. Los falleros invierten en la materia prima, producen las fallas, atraen al visitante, y ustedes simplemente se apropian del dorado. Seamos un poco consecuentes, la sociedad de libre mercado no se basa en la explotación de los recursos del otro. Su oferta de ampliar los horarios no puede coincidir con la obligatoriedad inversamente proporcional de recortar las horas de disfrute del fallero, vecino de la ciudad e igualmente productor de riqueza. Basta ya de este expolio anual sin contraprestación alguna.
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