Y llegó la última mascletà y con ella el final de la fiesta, una disparo que nos recordó tiempos pasados cuando el control de la masa explosiva no era tan rigurosa como lo ha sido en estos dieciocho días, bueno, diecisiete, porque, por lo que hemos podido escuchar hoy, no creemos que haya habido mucho control en esta. Esa es al menos nuestra percepción después de ver y escuchar el disparo de hoy, la intensidad y la potencia. Desde el inicio hasta el final. A buen seguro que si se hubiera existido más permisibilidad, la calidad de los disparos hubieran subido su intensidad. Este año, en líneas generales, han sido todas flojas, carentes de fuerza como otros años. Y esto es una pena, porque las medidas de seguridad con que cuenta la plaza, permiten perfectamente mascletaes como las que hemos venido teniendo en los últimos años. El descafeinado que hemos tenido este ejercicio no nos ha llenado. Pero claro, la culpa no ha sido de los pirotécnicos, eso que quede bien claro.
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En el balcón, despedidas, lagrimas de las falleras y discursos de valoraciones por parte del President y de la alcaldesa. Poco más, bueno si, la presencia de algunos políticos y la visita de Bertín Osborne.
