Julio okQuerido Sr. Alcalde: En fechas tan señaladas como las que vivimos, y con el debido respeto que me merece su cargo, me gustaría atendiera usted esta carta como si fuese la destinada a uno de los tres Reyes Magos, o Magas, si así lo prefiere.

Excelentísimo Sr. Alcalde, según me cuentan, anda usted muy contento con el colectivo fallero. Que conste que no lo digo irónicamente. Ante esto, mi primer pensamiento fue que igual lo conocía poco o muy poco, o que, quienes le hablaron previamente de ‘los falleros’, a lo mejor, tampoco le transmitieron mucha empatía. Ahora bien, parece ser que esto ha cambiado, y que, en estos últimos dos años, ha podido comprobar y escuchar en boca de otros colectivos que los falleros hablan, pero también escuchan. Que, entre sus legítimos representantes, hay profesionales de toda índole, con disparidad ideología, algo que al parecer preocupaba mucho, y que son capaces de proponer y sumar por un bien común sin estridencias.

Dos años de paz social que coinciden, casualmente, con la renuncia “temporal e indefinida” de quien encabezaba el colectivo, políticamente hablando, por designio directo de usted. Dos años cumplirán en breve de un diálogo constante entre el consistorio o concejalía de Cultura Festiva y la Interagrupación de Fallas de Valencia, esa misma a la que el citado concejal calificó de “putos mafiosos”. Más de 700 complicados días de sosiego institucional e intercambio de pareceres por el bien común entre los legítimos representantes del colectivo fallero y las diferentes instituciones: local, provincial, autonómica e incluso vecinales. Dos años de paz tras un lustro que se hizo eterno, de enfrentamientos con quien llegó a convertirse, en poco más de un año, en el primer presidente de JCF reprobado por el propio colectivo debido a una gestión autoritaria y vejatoria para con las mujeres candidatas a Falleras Mayores de Valencia. Un presidente que abandonó ‘sine die’ y por una pataleta a toda una asamblea de presidentes de esas que se hacían en el Palau de la Música, lugar donde también se le dijo a la cara que los falleros no pedían un Congreso Fallero después de 20 años porque no se fiaban de él. Por cierto, hemos visto construir estadios de fútbol de 60.000 personas en mucho menos tiempo de lo que duran las obras del Palau…

A lo que vamos. Un concejal que, como recordará bien, ya que usted estaba a su lado, se ‘marchó’ por la puerta de atrás entre encuestas torticeras para destinarse en cuerpo y alma a su defensa -mientras el sueldo le llegaba igualmente a casa- a la espera de volver, según sus propias palabras, “con la cabeza muy alta”. Un hecho que, como tendría que recordar el Sr. Alcalde, no ha sucedido, pues como bien sabrá, por mucho que uno pregone su inocencia, esta nos viene de serie a todos gracias a la Constitución, como así reza su artículo 24.2. Otro tema muy diferente es que a uno se le absuelva de todo cargo, no porque nadie pudiese probar una culpabilidad, sino por un acuerdo entre partes, porque entre usted y yo, si alguien tiene que pagar, sea el ínclito, la compañía de seguros o el propio ayuntamiento, dígame loco, pero quizás es porque existe una ‘Responsabilidad patrimonial de la administración’, en este caso la que usted encabeza. De no ser así, nadie tendría que soltar ni uno. ¿Es correcto?

Recuerdo sus palabras de 2015: “Al Ayuntamiento le salen muy baratas las Fallas”. No es que ahora le salgan más caras, las cosas como son, seguimos muy lejos de presupuestos pasados. Pero ¿no cree usted, Sr. Alcalde, que el precio pagado por los falleros y la ciudad, cuyas fallas se mostraron incluso en telediarios nacionales por aquella gestión, ya supuso un coste suficiente? Igual deberíamos dejarnos de esos paternalismos antaño criticados, y preguntarnos por un momento, como si de Almodóvar se tratase: ¿Qué mal han hecho las Fallas para merecer esto? Resumiendo. Con estos turrones sobre la mesa y, como usted mismo sabe, lo bien que estamos en estos últimos dos años, yo le pregunto: ¿No le parece, Sr. Alcalde, que volver a las andadas con el fin de colmar un enorme ego sería un tremendo error?