emilio poloDe dudosa condición por su laxa cultura fallera, (dejemos aparte otras acepciones), sus formas espontáneas de dirigir, improvisando providencias, sin conclusiones debidamente estudiadas y sobre todo con actitud altiva y autoritaria.
Como bien señala el reglamento en vigor (si es que sirve para algo), la presidencia nata de la Junta Central Fallera corresponde al alcalde, ese señor que sólo aparece cuando hay que posar y que en lo esencial ni está ni se interesa. Cuando sale del cascarón destruye la estética con su apariencia, descocado y sin respetar solemnidades, con su elegante mochila marcando tendencias. De vacaciones “casuales” en las fiestas de la Patrona. Eso sí, cuando va por el Ateneo Mercantil tiene el primer ascensor reservado y los demás que hagan cola por el otro ascensor que queda.
Después de exprimir con sus asomadas estas últimas Fallas el balcón del Ayuntamiento (convertido por cierto en soporte de pancartas de anuncios de los partidos dominantes), la alcaldía da la sensación de haber dejado en manos del concejal todos los asuntos festivos de la ciudad, para que resuelva a ser posible a dedo cuanto se le venga encima.    
Adicto palpable también a posar ante las cámaras, el concejal, más pendiente de las normas y de sus reglas del juego que de los problemas que abruman al pasaje, no se sabe con qué prosaica actitud emprende sus obligaciones. No esperen que pongamos matices ni ejemplos que documenten estas parrafadas, estos quedan para los del palo del gallinero, no sea cosa que se les ocurra empezar a segar por la floración. 
Otra: Ahora se les han despertado las vocaciones por las fallas municipales a porrada de falleros. Y todo desde la ocurrencia del concejal de nombrar a los “expertos” por el índice. A ver si este año están algo más arropadas por los desidiosos falleros de los que ni se molestan en darles la vuelta. Es curioso el salto de alarma que se ha organizado con lo del ordeno y mando del concejal, algunos que nunca se han molestado ni en preguntar, se han enzarzado en calurosos debates por la causa como si les fuera el currículum en el empeño, vamos, como si en los años anteriores les hubieran dejado meter baza en el formulario.
Cuidado: He leído en algún sitio de cuyo nombre prefiero no hacer pregones la siguiente frase: “Hemos tenido unas fallas excelentes. Sobre todo, porque la odiosa dama de rojo ya no presidía el balcón y la fiesta, como si fuera su particular cortijo” (Tengo la publicación). Siempre con el presunto por delante, hacer leña del árbol caído huele a cobardía supina. El odio, además de ser repugnante, suele tener irreparables consecuencias como puñetazos, insultos, pintadas macabras, pero lo peor es hacer apología, fobia y rencor sin concesiones.
Contradigo, que después de 31 años de asistir al balcón desde el 1 al 19 de marzo con mi trabajo, lo de la odiosa dama y el cortijo me suena a caldo de cultivo. 
Y lo del Congreso Fallero que se deja vocear por mentideros de la cazuela, a cantos de sirenas.