emilio poloAlgo había que censurar al ejercicio que se nos derrite por los frunces de las entrecejas y a buen seguro que se nos evapora por las regatas... en lo esencial. Así nos va en las asambleas, algaradas que no recordamos haber presenciado desde las batallas de cuando las huestes de Don Pero. Rencillas de tercera división, algo que a nadie se le escapa que tenían que llegar y a quien le venga de nuevo es que no conoce el percal. 
Atención al sorprendido programa oficial de festejos para el ejercicio en curso. Más de un cambio ya salpican a las mesnadas de Don Nuño, los clásicos y no digo a las “vacas sagradas”, porque hay algunos de la cuerda que no van a malgastar bellota. Puestos a ser indulgentes será mejor dejar un margen de desconfianza. 
En temas flagrantes como la Cabalgata del Ninot -hace años que insistimos– es hora de tomar decisiones y corregir conceptos, organizar los debates que hagan falta y empezar de nuevo. El público asistente se ha quedado por la mitad.
Por más que hemos insistido en sus enjuagues se ha vuelto a convocar el concurso de “llibrets de Lo Rat Penat”, con las mismas normas, señalado por un compañero de la información fallera (Cendra nº18, Punches) como “El Corralito”. De los adjetivos y alusiones de un servidor ya conocen muy bien en la entidad. Sólo del certamen, de momento, pero hay más, mucho más y tiempo, mucho tiempo. Y lo del reparto de premios en los tablados de la plaza del Ayuntamiento, una auténtica impronta a la solemnidad del acto y un ridículo de los autores recogiendo premios a dos bandas, resoplando por los carriles de Correos al Consistorio. 
Nadie hace referencia a temas tan vitales como los horarios de la Ofrenda, se pretende acabar pronto a costa del sacrificio de empezar con la cuchara en las manos, no son horas, están las mañanas y soluciones alternativas de itinerarios, rotaciones e incluso contemplando pueblos y extrarradios.
Un debate a fondo sobre las reformas del calendario para las fiestas de marzo, que solucionarían buena parte de los conflictos vecinales. 
Tampoco hay quien se moje con lo de las carpas, es la misma estampa de aquella aldea con cuatro casas y al medio una aparatosa catedral. Hay entoldados donde caben dentro cinco fallas como la que plantan a escasos metros de la puerta. 
Por más que repaso el reglamento vigente no encuentro nada de referencia a los lacitos de pechera, que por cierto también se han dado en utilizar los varones.
Hay más, el reglamento actual es un nido de despropósitos, está redactado con un valenciano refundido y en su mayoría no se cumplen los artículos que atañen a las comisiones.
No es cuestión de convocar un congreso para caer en los mismos enjuagues que el anterior y en lugar de quitar capítulos, añadir los que por defecto son necesarios. Evitar grupos de consenso y listos de pesebre.
Estas y muchas otras averías tienen en el taller “i en el camp remoregen” los que quieran emprender reparaciones.