braulio01La verdad es que se nos antojaba que un día u otro esto se podía producir. Y es que la reflexión tras la batalla siempre trae consecuencias. Y aquí, por lo oído, las hubo. Lo que no podemos valorar es hasta qué punto, pero lo que es cierto es que somos humanos y todos tenemos derecho a equivocarnos. Y si encima, en alguna medida, se trata de rectificar, pues mucho mejor. 
Somos conscientes de la dificultad que entraña dirigir un colectivo como el fallero, compuesto por más de cien mil personas, y si encima se da la circunstancia de la escasa experiencia y, también hay que decirlo, porque no es ningún pecado mortal, el desconocimiento parcial de la idiosincrasia y las intenciones de quienes lo componen, pues la cosa llega a los momentos tensos que hemos vivido en los últimos meses.
El sr. presidente pedía “disculpas por los errores. Somos humanos, muy humanos, y les aseguro que hemos trabajado con la mejor de las intenciones”. Y eso es muy cierto, por ello ya advertíamos que entrar en la casa como un elefante en una cacharrería no era lo más prudente. Ahí es donde, entendemos, que radica la equivocación, a veces grave, en la que ha incurrido el Sr. Fuset. 
Sabemos, y lo hemos repetido por activa y por pasiva, que el nuevo dirigente fallero es una persona muy capaz y trabajadora, pero también muy política, y quizá visceral, lo que de alguna forma ha traído en ocasiones los enfrentamientos.
La sangre no llegó al río, y si de verdad siente las equivocaciones y busca el consenso, la cosa puede tener una solución para los tres años que, de momento, tiene a su disposición para gobernar.
Hay que mirar al frente, pero sin perder la estela, y lo que no se deberían reproducir son los empecinamientos con determinadas cosas que se han iniciado y en las que se ha tenido que dar marcha atrás. Cierto es que el poder está en sus manos y que, como decía, hay tres años por delante, por lo que, a mi juicio, se debería procurar que lo que se haga sea un bien para el colectivo y no una imposición por el derecho que le ampara. 
No se deberían repetir determinados momentos que se sabe y en los que no vamos a incidir de nuevo. Hay que vigilar el fondo y las formas, y ser sensible a las opiniones de todos y no sólo de unos pocos. Sabemos que las Fallas necesitan de una promoción dentro y fuera de la ciudad y de la propia Comunidad, y que en ello se está, pero las formas habría que respetarlas. Distinguir lo que es un evento comercial de un evento de promoción puro y duro es fundamental. 
Tampoco me voy a referir a los constantes cambios y directrices, porque quienes vengan después nos darán una idea de lo que merece la pena respetar o lo que habría de cambiarse de un plumazo.
El presidente de la Junta Central Fallera tiene la palabra. Piense usted que su obligación es hacerlo bien, como así lo ha hecho en algunas ocasiones, porque para eso está.