manoloOkQuemadas las Fallas es momento de reflexionar y sacar conclusiones para enmendar errores y poner solución a problemas. Y dentro de los muchos detectados, el ‘botellón’ ha sido uno de ellos, sin lugar a dudas.

Los falleros siempre son pasto de crítica por su ‘bloqueo’ de la ciudad, por tomar las calles y convertirlas en clubes sociales para unos pocos repletos de carpas. Que, por cierto, ver una carpa fallera a alguno le hace el mismo efecto que el ajo a los vampiros. Pero claro, las hordas que invadieron las vías públicas con bolsas de plástico, vasos de plástico, botellas de vidrio y de plástico (qué poco sostenible todo) y se dieron al ‘alpiste’ a placer tienen manga ancha. Un problema que hay que solucionar.

Ahora hablemos del nuevo ejercicio y del concurso de bocetos. Lamentablemente ésta es una de esas manchas que a muchos no se les va ni frotando con ‘Lagarto’. No es de recibo, en los tiempos que corren, jugarse el sustento de un artista a los chinos. Todo depende de lo bonito que te hagan el dibujito para elegir la mejor falla. “Claro que sí, guapi”. Aquí hay que decir basta, pero desde el convencimiento. Hay que contratar al profesional por su trabajo, por su currículum, por sus fallas plantadas y quemadas, pero no por un dibujito y la promesa de ‘porritos’ al peso y un remate de 20 metros para 12.000 euros de presupuesto. No. Así no.

En este sentido, el movimiento surgido alrededor de la etiqueta #VolemFalla me parece genial, perfecto, me adhiero. Pero me da la sensación de que se están cargando los hombros del fallero con demasiado peso a la hora de poner la carne en el asador. Las instituciones tienen mucha más responsabilidad y no se estira tanto la cuerda como con el fallero. Y es que es a las instituciones a las que hay que exigir mayor compromiso en el apoyo efectivo al artista fallero y a la falla, porque parapetándose en ellos lo poco que se observa sobre ese apoyo hoy en día es postureo y humo. De colores, pero humo. A murales de 43.000 euros, semáforos con peineta y carteles de señalización me remito, por ejemplo.

Una vez concluido 2018, llega 2019. “Fasten your seatbelts, it’s going to be a bumpy night”. Abróchense los cinturones que va a ser una noche movida. Margo Channing, personaje al que dio carne y verbo la imperial Bette Davis en Eva al desnudo, espetaba la frase a pie de escalera y dejaba para la posteridad otro momento único del Hollywood dorado.

Una vez pasados ya tres años de gestión entramos en el cuarto, uno que desembocará en el examen supremo a la clase política: las elecciones. Y mirar el año electoral en clave fallera solo me sugiere un pensamiento: abróchense los cinturones, que va a ser un año movido.