Por un extraño pretexto que mi limitada mente no llega a comprender, los días previos a tan magno plebiscito han supuesto para este quien suscribe, un cúmulo de sinsentidos que paso a citar.
En primer lugar tuve conocimiento de diversas reuniones, en ellas se trataba el tan importante hecho de encontrar la persona justa para alcanzar uno de los 5 magnánimos puestos. En otras se buscaba la manera de realizar las debidas concesiones para pactar los nombres con otros colectivos alcanzando de esta manera los presumibles votos necesarios con los que obtener garantías de triunfo. En despachos varios, se estudiaban estrategias de captación del voto, llamadas de teléfono, puerta a puerta, mensajes de móvil, tarjetas impresas al efecto, sólo quedaron en el tintero la contratación de vallas publicitarias, video clips en televisión, e inserciones en prensa, por que cuñas de radio también hubieron.
Ante tan organizada campaña electoral sólo cabe pensar que el puesto lo merece y que la satisfacción por la decisión tomada puede alcanzar cuotas de satisfacción personal comparables a un mes de vacaciones pagadas en una isla caribeña... ¿o no? Si esto no fuera así, no entiendo como un grupo de honorables presidentes practique el noble y fundamental hecho democrático guiados bajo distintas premisas que no sean las irrenunciables para cualesquier juicio, no implicación directa con lo expuesto en la valoración, objetividad y honorabilidad.
Visito lo visto de quien presentó su candidatura o quien en su defecto salió electo, no puedo tener más que dudas de esas premisas básicas.
Alguien me puede explicar que si para elegir las candidatas previas, se exige la no vinculación directa con las candidatas presentadas, ¿como para la elección definitiva se puedan presentar al sillón de los justos quienes acompañan desde sus sectores o agrupaciones todo un año de reinado? ¿O como presidentes que hacen bandera con la causa de modificar el sistema presten sus sabios consejos a una sentencia que previamente condenan? Y si además aderezamos todos estos ingredientes con quien tiene presumibles intereses económicos con aquellas damiselas que debe valorar, tenemos un estruendoso cóctel que no hace más que demostrar la poca seriedad con la que nos tomamos este tema, pues incluso llegamos a votar a un sólo candidato para no beneficiar a ningún otro, la partida es muy sería o como se diría en una pista atlética, la carrera en muy perra.
Ante todos estos cúmulos de sin sentidos, siempre podremos asegurar que nosotros los falleros somos los únicos responsables, y parafraseando al Maestro Jedi Obi-Wan Kenobi, "Que la fuerza nos acompañe".

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