Ricardo Caballer cumple su promesa, y en su regreso a la plaza, dispara en homenaje a todos los falleros una mascletà más propia del 19 de marzo que del día 5.

En la plaza no cabía un alma. El tiempo acompañaba, incluso en exceso para despejar el humo del disparo y permitir su mejor visión.
La Fallera Mayor de Valencia y su corte de honor se darían un baño de masas con un pasacalle alrededor de la plaza, que culminaría con el saludo oficial al pirotécnico. La Fallera Mayor Infantil y su corte cumplían mientras con su compromiso en “El Cant de l’estoreta” de la Plaza del Árbol.
Todo estaba preparado para comprobar si la promesa se cumplía. El interior de la jaula vacía, la tecnología así lo permite. El Algarrobo daría la pertinente orden de disparo, hoy sin sobresaltos, y el trabajo desarrollado en las instalaciones de Olocau y que le habían dejado en vela toda la noche a Ricardo Caballer Cardo se ponía en marcha.
El final ya lo conocen. RICASA regresó a la plaza habiendo cumplido su palabra, y como mandan los cánones de la pirotecnia. El código binario se conjugó a la perfección con la tradición, y lo que para unos es simplemente ruido, para “els coeters” de raza, es la partitura perfecta. Una sinfonía de fuego que culminó con un aéreo que rodeaba la plaza. El público se entregó por completo al disparo presentado, y los aplausos acompañaron a Ricardo hasta el balcón consistorial, para saludar y enviar besos, ahora sí, con el rostro más relajado, a una multitud que agradecía su esfuerzo personal, y también económico, recordemos que el precio liquidado es aproximadamente una tercera parte del coste real del disparo, para mostrar el buen hacer del ganador del Júpiter 2016, como así rezan los chalecos actuales de la firma valenciana.
Promesa cumplida con los falleros, y un recuerdo muy especial para su abuel, fallecida recientemente.

Mañana será otro día, y en la plaza sigue su rueda habitual con Pirotecnia Alicantina.

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