Carro vacío

BraulioTras cuatro años de legislatura donde el colectivo fallero ha tenido que soportar carros y carretas como consecuencia de los empecinamientos de quien ha regido el destinos en este periodo de tiempo, y dada la proximidad de comicios que podrían modificar presente y futuro de nuestra fiesta, surge la duda y la preocupación de volver a caer en manos de otra persona que obvie a quienes desde hace mucho tiempo han sido capaces de sacar adelante un festejo que tanta cultura y prosperidad ofrece a Valencia.

Y no me estoy refiriendo a siglas de partidos políticos, que también podría ser, sino a personas que ocupen esos cargos que les permiten esas intromisiones. Porque siempre ha habido sus más y sus menos con dichos representantes, pero en esta legislatura se ha pasado de castaño a oscuro.

A pesar de encuestas y comentarios más o menos interesados, lo bien cierto es que mientras no acabe el escrutinio del voto la pelota sigue en el tejado y el fallero seguirá temiendo por los resultados, y por ende por aquella persona que ocupará el despacho en la sede de Junta.

Y es que al fallero no le debe importar en demasía el color de quien gobierne, eso lo tiene claro, lo mismo que lo tenemos claro los demás; el temor, insisto, está en que la persona que dirija su destino ha de ser alguien que sienta la fiesta, que entienda la filosofía del colectivo y que su meta siempre esté dirigida a beneficiarla y potenciarla. Mientras que esto no sea así, el futuro será incierto para las Fallas.

El colectivo ni quiere un presidente ajeno a la fiesta ni un equipo de asesores que, como en el caso actual, miren para un lado distinto. Son muchos los temas a tratar por una directiva y por lo tanto la línea a seguir debe llevar una misma dirección.

Lo que el fallero no va a consentir es el desprestigio de la fiesta, la desconfianza que la mala gestión pueda suponer ante ese público desconocedor de lo que significan las Fallas, porque, insisto por enésima vez, esta fiesta es contributiva, aportando millones a las arcas públicas con lo que la ciudad se beneficia de mejoras en sus infraestructuras.

PunxesFa temps, temps fa… Abril 2015

Visquen, visquen, visquen… Con los talleres vacíos sólo quedaron los números rojos, esos que de momento solamente parecen afectar a una parte de la fiesta, los más débiles, los más necesitados, los más apremiados, los artistas. Mientras, al otro lado, comienza la subasta de presupuestos congelados, cuando no recortados, a cambio de ofertones de dos por uno, tres por dos o la segunda unidad al 70%. Cuando se hunda una parte la balanza, la otra saldrá disparada hacia el vacío. Qui dona més?

D’ aquella pols venen estos fangs.

És el conte de mai no acabar. Pasaron las Fallas y después de su gris balance me niego a considerar que las Fallas sean un todo monolítico intocable y anquilosado. Me niego a considerar que la fiesta de las Fallas tenga que seguir produciéndose siempre igual, por el simple hecho de que la corriente de “pensamiento único” se imponga, porqué sí, sobre todos los demás. Me niego a asumir que todo ha de seguir igual porque unos cuantos decidan en conciliábulos que así ha de ser. Ja ho sé, estic assoles.

Ja els val!  Las Fallas han sido, son y serán, mal que les pese a los que siempre han manejado el cotarro, una fiesta en constante cambio, progreso, y adaptación. La historia de la fiesta nos habla de tantas y tantas cosas de fueron de una forma y hoy ya no lo son, que nadie puede “escayolar” esta fiesta para inmovilizarla con argumentos como la tradición y últimamente el Patrimoni… Només cal mirar enrere per a llegir la història.

Ai, mare!  Hay que tener la cara de cemento para clamar, cual Palleter, contra la “politización de las fallas” y montarse a continuación su propio club ideológico con la etiqueta de “cultural”, para acabar “filtrándose” en los jurados de fallas para “adjudicar” los premios de ingenio y gracia a los “amiguetes correligionarios” que utilizan las fallas como arietes de su propia ideología. Açò es diu venalitat.

Fora! Sí, fuera de una vez por todas, los premios de Ingenio y Gracia, todos, los oficiales y los de “para los que me ajuntan”. Es una falta de respeto hacia las fallas seguir y seguir “regalando” los premios de Ingenio y Gracia desde el más profundo desprecio hacia la esencia de la falla: la crítica para el fuego. Para ser jurado no hace falta un cursillo, o muchos años de experiencia, hace falta educación y cultura de fallas, y ésta brilla por su ausencia entre los que siempre salen a juzgar. Ja n’hi ha prou de desvergonya!!!

Quina casualitat!!! No es la primera vez que pasa, pero resulta curioso cuando menos. Mientras gobierna la derecha las críticas de las fallas (las pocas que hay) se dirigen a diestro y siniestro, es decir se reparten por igual entre la derecha y la izquierda, entre gobierno y oposición, sin hacer sangre en la acción de gobierno. Cuando gobierna la izquierda las críticas, o la gran mayoría de éstas, se dirigen hacia la acción de gobierno, olvidándose por completo del resto. Redell, quina panda de pusil·lànimes!

Estic depre, que li anem a fer!!! No hay ideas… no hay iniciativas… no hay propuestas novedosas, ni siquiera recuperadas de otros tiempos… todo es plano, inactivo, cuando no reactivo… Quina llàstima!

…però ací continue!!!

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